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Pgs. 1    2    3    4  

Sí hace Freud, sin embargo, una observación interesante a propósito de la obsolescencia de los chistes. Lo esperable, en general, es que se olviden con el paso del tiempo, pero siempre quedan algunos de los memorables, que resultan imperecederos; y aún añade más. Dice:

Una gran cantidad de los chistes lanzados a la circulación recorre un curso vital en el que a una época de florecimiento sucede otra de decadencia, y luego un total olvido. Más por cada chiste que de este modo perece, creamos, impulsados por la necesidad de extraer placer de nuestros propios procesos mentales y, apoyándonos en los nuevos intereses de <<actualidad>>, otro que lo sustituye.

Voy a reproducir cuatro (ninguno de estos chistes es freudiano) referidos a la acción del paso del tiempo; los dos primeros son del común y los otros dos están asociados a una p.n. (estos últimos no son chistes realmente; son constataciones de la vida real).


*Un viejo, reunido con unos colegas, les dice: Ayer me encontré con un antiguo compañero de colegio y, fijaros si estaría viejo, que no me reconocía.


*Este otro es de los viejos tiempos en que Benidorm era un pueblo de pescadores que varaban sus barcas sobre la arena de la playa. Y todo, coincidiendo con las primeras suecas que acudían al amor de los ardientes carpetovetónicos. Dos de estos que las habían disfrutado aquel verano comentaban al final del invierno siguiente:

-Oye, ¿a ti te importa que aquellas rubias se queden embarazadas?

-A mí, ¡qué va!

-Pues chico, yo me voy a quitar el preservativo.


*Aquella p.n. tenía un amigo inglés que le contaba que se había cambiado de casa y que como tenía muchas ocupaciones no había tenido tiempo de acomodar muebles, al extremo de que llevaba más de seis meses sentándose en una caja de naranjas.

La respuesta preguntona no se hizo esperar:

-¿Y cómo consigues que se te conserven las naranjas tanto tiempo?


*La misma persona había recibido en su casa a una pareja amiga extranjera, hacía ya varios años, y antes del llamado punto de inflexión. En aquella ocasión, la mujer se había quedado encerrada en el cuarto de baño porque la manija de la puerta tenía el defecto de bloquearse al menor descuido. Para asegurar que eso no volviera a ocurrir se arrolló alrededor del pomo un discreto cable que evitaba la falsa maniobra. Pero la solución no gustaba a la p.n. Ya hemos visto cómo a estas personas les gusta destacarse o, simplemente, llevar la contraria. Pasó el tiempo y, cierto día, después del punto de inflexión, el cable había desaparecido. Explicación de la referida p.n.:

-Como la mujer encerrada en su día había muerto hacía unos años, el cable-solución ya no hacía falta.


Algunos comentarios a lo de la caja de naranjas:

El contrasentido de las cajas vacía y llena, del chiste, actúa de forma idéntica a la que se da en la elaboración de los sueños (Freud dixit).


Cuando Freud analiza el chiste extiende su investigación a la comicidad y al humor, llegando a la conclusión de que el chiste se asienta en el inconsciente y la comicidad, en el preconsciente. Esta última es una elaboración, de tal forma que imaginando al inglés sentado en la caja nos situamos en un escenario cómico.


Esto de sentarse de una cierta manera (el contrasentido por lo contradictorio) es aprovechado por Berlanga en su película Patrimonio nacional para dar lugar a una comicidad genial cuando en la mesa del banquete aparece el invitado de honor sentado en una silla tal que eleva la barbilla de dicho invitado sólo hasta un poquitín más arriba del plano de la mesa.


Otro comentario, a lo del pomo de la cerradura del cuarto de baño:


En este caso, el chiste, más que eso, es una salida infantil. La p.n. se sentía reprimida por enfrentarse a una solución (la del cable enrollado) que no le gustaba, por simple contrerismo. Dice Freud:

Esta hipótesis parece, hasta cierto punto, robustecida por el papel que desempeña lo infantil en los procesos neuróticos de represión.

Conectando con lo de las naranjas que hemos visto supone una representación antinómica, Freud continúa investigando sobre el chiste que se apoya no en lo antinómico, sino en la representación por lo análogo, por lo homogéneo o conexo. Yo voy a fijarme en esto último con lo que llamaré “tres cuadros y dos preguntas”. De los tres, Freud aporta dos; el tercero corre de mi cuenta.