QUIÉN hay detrás

QUÉ hay detrás

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Pgs. 1    2    3    4

Título:  SIDI

Autor: Arturo Pérez-Reverte. Académico de la RAE.

Edita: Alfaguara, 2019 (369 páginas).



Antes de que se me olvide les dejo el enlace de mi “Cantar del Mío Cid” por si quieren ver las peripecias del héroe por otros caminos y comprobar que tiene muchas cosas comunes con lo que sigue a continuación.


http://www.caprichos-ingenieros.com/cantarmiocid1.html



Este es el libro sobre el CID que necesitábamos desde La España del Cid de R. Menéndez Pidal, para no hablar de Corneill, de Guillén de Castro o de Zorrilla.


Yo creo que nuestro autor podría haber cambiado sin problemas el título por este otro: El Cid de aquella su España. La que se pateó bien: Burgos, Zamora , Toledo, Sevilla, Zaragoza, Barcelona, Valencia, Graus, Calahorra, Navarra, Medinaceli, san Esteban de Gormaz, Cabra …


El cambio tendría la ventaja de situar al lector actual en los tiempos del Cid y no en los que corren ahora. Que siempre cabe el recurso de hacer algún que otro flash forth cuando resulte conveniente. A mí me parece que es lo que ha hecho el autor en más de una ocasión: la novela da mucho de sí.


En apoyo de mi intención copio los acertados versos de Zorrilla con que nuestro autor encabeza su libro.

Costumbres de aquella era

caballeresca y feroz,

en que degollando moros

se glorificaba a Dios.

Mas tal es la historia nuestra:

No es culpa mía si es bárbara;

yo cumplo con advertírselo

a mi pueblo al relatársela.

Yo siempre he conocido al Cid Campeador como Rodrigo Díaz de Vivar (este último, su pueblo en Burgos). Hasta la página 115 de nuestro libro el protagonista se llama Ruy Díaz y, excepcionalmente, Ruy. Supongo que este Ruy es hipocorístico de Rodrigo.


Los del Cid habían perseguido y dado alcance a unos 40 moros de algara (tropa que salía a caballo para correr y robar la tierra del enemigo).

Estaban atemorizados (los moros) por ver decapitar a los otros y creían que después iban ellos. Gemían y lloraban suplicantes. Eran sólo seis de aspecto bajuno: despojos de frontera que se habían unido a la aceifa (expedición militar) porque nada tenían que perder y algo por ganar. De cualquier modo parecían jóvenes y fuertes. Algún dinero iban a dar, vendidos como esclavos en Algorbe.


Minaya les decía: Sa-taaixu, sa-taaixu. Nuestro jefe os perdona la vida … Aaixin … viviréis.


Comprendían los moros al fin y se postraban echándose bajo el caballo del Cid, voceando en su algarabía (especie de espanglis hispano-moro).


Sidi, Sidi, clamaban.


Reía Diego Ordóñez, satisfecho, brutal.


-Te llaman Señor, Ruy. ¿Los oyes? Te llaman Señor.