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RANAS

Las ranas de Esopo:

     Habitaban dos ranas un charco que el verano secó. Buscando nuevo acomodo, una sugirió bajar a un vecino pozo con agua. Y, si se seca, ¿cómo saldremos?, replicó la otra.

Lo primero que hay que decir es que el viejo era prostático, benigno, pero prostático; como su consuegro que también era Benigno. Sólo que el viejo era, además, hiperplásico (que posee excesiva multiplicación de células normales en un órgano o en un tejido -el de la próstata-). Lo segundo, es que lo que voy a contar son cosas en alguna medida basadas en hechos reales, así que nadie debe llamarse a engaño.

Con ocasión de un episodio de hematuria (sangre en la orina) que sobrevino al viejo, acudió éste a su urólogo que, en seguida, lo sometió a varias pruebas. Un TAC (Tomografía Axial Computarizada) mostró un gran divertículo adosado a la vejiga y tan grande como ella. El conjunto recordaba a dos vejigas siamesas. Un estudio urodinámico acusó que después de una micción normal, la vejiga seguía reteniendo kilo y medio de orina. En una ecografía se observó marcado aumento de trabeculaciones (ver más adelante) de la pared vesical sugerente de vejiga de lucha (de pared engrosada como consecuencia del gran esfuerzo que ha de hacer para expulsar la orina en oposición al obstáculo que presenta la próstata).

El viejo se fue rápidamente al diccionario a ver qué era eso de que una cosa pequeña fuera tan grande (de libro Guiness, aclaró el urólogo). Al viejo le parecía que eso de un divertículo grande olía a oxímoron.

Con alguna excepción, todo lo terminado en –culo suele ser algo pequeño, apuntando a lo diminutivo, como montículo o, incluso, partícula. Más ejemplos de palabras que terminan en culo: Adminiculo, retículo, espalda, testículo, tentáculo, Próculo, forúnculo, ventrículo (vientre pequeño), trabécula (del lat. trabecŭla “viga pequeña” estructura alargada que, frecuentemente unida o entrecruzada con otras, sirve de soporte a un órgano).

Próculo es el colmo de lo pequeño. Entre los romanos se llamaba así al hijo que se esperaba en ausencia del padre que, probablemente estaría luchando en las fronteras del Imperio o en alguna otra guerra intestina. El Próculo que yo conozco no está en este caso.

Con la filiación que se pedía para la hematuria se hizo un arabesco lateral (Peter) porque desapareció a base de ajo y agua (no les explico el vulgarismo porque ya lo conocen; sobre todo de mucha agua -dos litros y medio diarios-). Todo el empeño se centró desde el principio en el gran divertículo. El agua, soporte de la vida, debía llenar el cuerpo bebedor, a cántaros, como cuando se llena un odre y no con la finura con que el sabio conferenciante la saborea después de cada párrafo.

Les voy a explicar lo que es un divertículo en la vejiga recordándoles a Louis Armstrong, el célebre trompeta y cantante de Jazz americano que se inmortalizó a sí mismo en la película High society que yo alcancé a ver en el Londres de los años 1960. Él, con su banda, iba en un autobús camino de la “alta sociedad” mientras cantaba con su voz aguardentosa We are going to be in jai, jai so, jai sosay, jai sosayati (termino escribiendo como suena).

Piensen en un trompeta que la toca con sus carrillos inflados a tope, y que tiene una notable peca en la piel del moflete. Si imaginamos la piel de la peca como de consistencia débil, ésta puede hincharse en forma de hernia hacia el exterior de la cara cuando la presión en el interior de la boca crece excesivamente. La pequeña hernia podría considerarse un divertículo incipiente que va creciendo con el uso continuo y excesivo de la trompeta.

METÁFORA

-La cavidad bucal del trompeta es la vejiga.

-El aire expulsado por la boca es la orina.

-La trompeta, con la obstrucción que producen sus pistones o, incluso, la sordina, es la próstata.

-La hernia que aparece en la peca es el divertículo.

-El engrosamiento de la pared de los mofletes, se debe a que su entramado muscular ha crecido a causa del esfuerzo que realiza  (vejiga de lucha).


En este punto el urólogo se interrumpió para preguntar al viejo

-¿Usted nada mucho?

-Hombre, mucho no, sólo 150 metros diarios desde hace bastantes años.

-Es que estoy pensando que eso del divertículo pueda ser que a usted le ha salido una vejiga natatoria como la de los peces … Recuerde aquello de que la función crea el órgano.

-Bueno, verá, yo soy muy hombre, pero si además dice que puedo ser un pez lo que habré de ser es un anfibio, además de terrestre y pez.

-Mire, vamos a hacer dos cosas: Primero le reseco la próstata (extirpación total o parcial de un órgano), vía endoscopia, que es lo que procede en su caso, y luego le doy una carta de recomendación para mi amigo el Director del Circo del Sol, a fin de que allí pueda hacer imitaciones. No se preocupe por esto porque hay antecedentes. Y le aconsejo que haga el cocodrilo más bien que la rana; es de mucho más efecto.


Claro que había antecedentes! ¿Ustedes saben quien era Álvaro? ¿No? Pues se lo voy a contar. Era este personaje uno que hacía de imitador de animales en cierta compañía de variedades que se movía de teatro en teatro por toda España. Una vez, en Zamora, había llenado el teatro con el entusiasmo del personal que disfrutaba sin parar. Provocaba peticiones que le llevaban a imitar a la urraca de bella estampa pero cagona y de feo graznido, a las ranas que al atardecer llenaban las charcas con su monótono sonsonete, al perro, a la gallina, al pavo … En fin, todo un éxito de participación mutua y deleite compartido. En esto, se levanta uno del público para pedir con toda naturalidad: Álvaro, ¡haz la anchoa!


Allí se acabó el espectáculo y empezó la afamada vida del humorista nunca bien ponderado Miguel Gila. Había nacido en Madrid pero se había hecho en Zamora durante su llamada década zamorana.