QUIÉN hay detrás

QUÉ hay detrás

INICIO

Pgs.  1    2

POESÍA INÉDITA


Escribí estos poemas que siguen, después de publicar los Sonetos de la vida y de la muerte. Casi todos son también sonetos y algunos son recreación de otros de juventud o de madurez temprana. En su momento fueron leídos en la Tertulia Arco Poético.


YA NO TENGO


Sin sombra que me siga, silencioso,

las manos a la espalda y paso quedo,

combatiendo nostalgias con denuedo,

a mi tierra me vuelvo sin reposo.


Ya no tengo vasija para el poso

que los años de lidia en este ruedo

han dejado en mi frente, y ya no puedo

resistir sosegado a tanto acoso.


Ya no tengo el asiento de mis sueños.

Es el aire y la luz mi casa viva:

La araucaria y palmera son sus dueños


y del río y sus chopos es cautiva.

Ya no tengo otra cosa que diseños

de sonrisas que al fin, llovéis de arriba.



FELIZ VIAJE


El cerco de tu herida ya se extiende

por todos mis rincones, y sin calma

me asomo de puntillas con tu palma

ungida de martirio que se enciende.


Encarga el equipaje a quien entiende

de aquello que interesa sólo al alma,

de aquello en que la sed mayor se calma

y todo cuerpo herido condesciende.


Lo incierto de lo cierto publicado,

no temas al comienzo de tu viaje:

lo duro del camino es ya pasado,


y no hay dificultad a tu coraje.

Compañero en tu viaje regalado,

veremos qué se esconde en el celaje.


MEMENTO, DOMINE


Recuerda, Dios, que me creaste vivo.

Chispa de eternidad en la mochila

y un soplo de morirme que aniquila,

llevo, cual peregrino fugitivo


que huyera presto por no ser cautivo

del vacío y la nada que me exila.

Tu memoria es presente que perfila

la vaguedad de mi recuerdo activo.


Si un medio muerto como yo recuerda

a los muertos de ayer que siguen siendo,

¿Cómo pensar que Tú serás ajeno


al mero recordar que en ti concuerda

con presenciar, con dar la vida, viendo

que es ausencia la pena por que peno?



ENCINA DE ESPERANZA


Océano de cantos, y una encina

en medio de la mar, frente a la orilla

del amigo reposo que te anilla

la voluntad, de vuelta peregrina.


Un robledal autóctono domina.

Tu parva compostura no se humilla,

amparada en el templo que es capilla

del rito de la paz en la colina.


Volveré cuando seas centenaria

para abrazar tu tronco consistente

y reforzar mi eternidad diaria.


Contagiaré mi sabia de tu frente

ajena a la semilla secundaria,

pero fruto de idea inteligente.



LOS ETERNOS GORRIONES, INMORTALES


¿Quién vio la esquela de un gorrión oscuro

caer desde el otoño junto al río,

o acaso oyó un amargo pío-pío

rodar mortal por el asfalto duro?


¡Gorrión pardal henchido de futuro!

Ofreces a los hombres desafío

de eternidad a cambio del vacío

que horada nuestra vida con lo impuro.


¡Esperanza convexa y emplumada,

abundante alegría saltarina!

La tierra te alimenta, pero el cielo


constituye tu patria deseada.

Así es que tu piar nos encamina

a lo alto del azul que cubre el suelo.




A MIS VIEJAS, A MIS QUERIDAS BOTAS


A la escucha, al pie de mi ventana,

con mirada anhelante perdiguera,

como perros inquietos hacia fuera,

allí esperan mis botas la campana.


Su son convocará en esta mañana

a visitar la solitaria higuera

o el jaral de la sierra colmenera,

que mi pecho, aún cansado, ya se afana.


De nuestra soledad acompañada

con historia querida y tan lejana,

¡Cuánta burla tenaz y acompasada!


Fronteras de la tierra tan hermana,

compañeras de cuestas empinadas,

¡Conducidme a esa tierra tan cercana!



YO NO ME QUIERO MORIR


¡Que no me quiero morir

de pena ni de tristeza!,

pues tengo yo una rareza

que no me deja vivir.

No me deja consentir

que la gente sufra y pene

teniéndola, como tiene,

la eternidad por delante

en manos de un Dios constante

que nos ama cuando viene.


Yo no me quiero morir

para sólo compartir

la tierra que me contiene.



EN LA VEREDA


Ya empieza el olorcillo de la jara

a clamar primavera en mi memoria:

sol y solaz rebosan de la noria

en la mañana fresca de mi cara.


Si primavera un día me faltara

y me pudiera el peso de mi escoria,

buscadme en la vereda transitoria

frente a la roca parda que me para.


Si al menos perforar con la mirada

pudiera de la roca sus entrañas

y ver la eternidad así tapada,


dejara en la vereda mis hazañas,

que al pie de aquella roca valen nada,

antes de que coseche la guadaña.




AL OLIVO DE NUESTRA PLAZA


Igual que mi recuerdo está cautivo

de las cuatro fachadas de mi infancia,

así me lo imagino en la distancia

encerrado en su alcorque, pero altivo,


trasplante plateado de un olivo.

Contagias a la plaza tu prestancia

y bautizas con paz aquella estancia

ardiente de un mensaje transitivo.


Trasunto desde el sur movilizado

huyendo del calor y las calores,

aprenderás de fríos boreales


como aprendió el poeta enamorado

a sentir el aroma de otras flores

sin perder sus esencias naturales.



AMISTAD


Sin amistad, ni flor, ni mariposa;

ni color y color en la paleta,

ni lluvia sobre páramos de asceta,

ni la mar y el cantil donde reposa.


Quisiera ser amigo de la rosa  

y disputar al viento la cometa

para ver si mi espíritu se aquieta

huyendo de esa reja que me esposa.


Pero amistad es darse antes que nada:

es compartir el bien complementario,

es pura voluntad desenvainada.


Por eso preferí mi santuario

en la tierra de rosas recamada

y no en el hueco estéril de un osario.



                                         SIGUIENTE

PAG. 1 / 2