QUIÉN hay detrás

QUÉ hay detrás

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PLACER

Tengo el placer de presentar a vosotros ustedes la escultura alámbrica que junta tres españoles eminentes:


A la izquierda, Salvador de Madariaga (La Coruña, 1886-1978), Ingeniero de Minas (Escuela Nacional Superior de Minas de París), Diplomático, Profesor de Literatura española en la Universidad de Oxford, e Historiador.


En el centro, Jon Juaristi (Bilbao, 1951), catedrático de Literatura española en la Universidad de Alcalá, ex-director de la Biblioteca Nacional y del Instituto Cervantes.


A la derecha. Albert Boadella (Barcelona, 1943), Dramatugo.






En cierta ocasión andaba yo por el Midi francés y, en una pequeña ciudad vi un letrero a la puerta de un bar en el que se prohibía entrar a los mineros. Enseguida me pregunté: ¿Qué habrán hecho aquí los mineros? (un ataque de “lectura rápida”). En realidad los afectados eran los menores: Menores-Mineurs; Mineros-Miniers.

En estos tiempos con vientos de exclusión que soplan fuerte en las Comunidades Autónomas de Galicia, País Vasco y Cataluña, ahí los tenemos a los tres abrazados, pisando suelo español. De los dos últimos ya he hablado en UNAMUNO y en TABARNIA, respectivamente. Apuntaré cosas del primero.


Salvador de Madariaga publicó en 1972 Mujeres españolas, un libro de tesis sobre el valor de la mujer, en primer lugar, y de lo español, siempre. Es un manojo hecho de la vida de seis mujeres españolas de distintas épocas, distinta extracción y distintas genialidades.


Hay una de papel, otra fue reina, la tercera es una mujer del común; dos que son hermanas, son, además excelsas cantantes de ópera; la última es una poeta. Todas, españolas de proyección universal.


La de papel es la única que no tiene carne ni hueso: es nada menos que la Melibea de La Celestina. La representante del amor ideal mezclado con el carnal que puede conducir de la felicidad a la muerte y al suicidio.


La reina se llama Catalina de Aragón y es la última descendiente de los Reyes Católicos (tuvieron cinco hijos). Fue reina consorte de Inglaterra durante 24 años por su casamiento con el rey inglés Enrique VIII de quien estaba tremendamente enamorada.


Los misterios del amor que ya se anuncian en La Celestina, se concretan en este amor tan desmesurado, de esa reina española tan inteligente, tan culta, de tan elevado carácter que hasta en el repudio y el divorcio siguió amando sin límite a aquel monstruo que es calificado así por Madariaga en la página 136 de su libro: