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QUIÉN hay detrás

QUÉ hay detrás

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Capítulo 33, Tomo 1, donde se cuenta la novela corta del Curioso impertinente.


… y así, no había hecho otra cosa que alabar a Camila de hermosa, diciéndole que en toda la ciudad no se trataba de otra cosa que de su hermosura y discreción, y que este le había parecido buen principio para entrar ganando la voluntad, y disponiéndola a que otra vez le escuchase con gusto, usando en esto del artificio que el demonio usa cuando quiere engañar a alguno que está puesto en atalaya de mirar por sí: que se transforma en ángel de luz, siéndolo él de tinieblas, y, poniéndole delante apariencias buenas, al cabo descubre quién es y sale con su intención, si a los principios no es descubierto su engaño.




La tentación en el desierto.

San Lucas 4. 9


… Le condujo luego a Jerusalén y le puso sobre el pináculo del templo, y le dijo: Si eres Hijo de Dios, échate de aquí abajo; porque escrito está: “A sus ángeles ha mandado sobre ti que te guarden y te tomen en las manos para que no tropiece tu pie contra las piedras”. Respondiendo, díjole Jesús: dicho está: “No tentarás al Señor tu Dios”. Acabado todo género de tentaciones, el diablo se retiró de Él hasta el tiempo determinado.


Leyendo lo que sigue a la cita quijotesca queda claro que la vanidad de la bella Camila, objeto de la impertinencia de su marido, no resistió la tentación del diablo. A un hombre corriente, puesto en el pináculo del templo, le hubiera pasado lo mismo con el consiguiente batacazo sobre las piedras. El batacazo de Camila también se pone al descubierto al final de la novela.


Capítulo 47, Tomo 1


Cuando Don Quijote se vio de aquella manera enjaulado encima del carro [tirado por una yunta de bueyes], dijo:

-Muchas y muy graves historias he yo leído de caballeros andantes; pero jamás he leído, ni visto, ni oído que a los caballeros encantados los lleven de esta manera, y con el espacio que prometen estos perezosos y tardíos animales; porque siempre los suelen llevar por los aires con extraña ligereza, encerrados en alguna parda y oscura nube, o en algún carro de fuego, o ya sobre algún hipogrifo, u otra bestia semejante.


II Reyes 2

Elías arrebatado al cielo.


Aconteció que cuando quiso Yabé arrebatar al cielo a Elías en un torbellino, salió Elías de Gálgata con Eliseo, y dijo a Eliseo: “Quédate aquí, te ruego, pues Yabé me manda ir a Betel”. Eliseo respondió: “Vive Yavé y vives tú que no te dejaré” [se reitera parecido dialogo a lo largo de su viaje] … Siguieron andando y hablando, y he aquí que un carro de fuego con caballos de fuego separó a uno de otro, y Elías subía al cielo en el torbellino.


Eso de los caballos de fuego, y no aquellos bueyes perezosos, es lo que hubiera fascinado a Don Quijote pues es lo que corresponde a gente encantada como él. Si además el encantador de Elías es el mismísimo Yabé, no se puede pedir más.


El estado de Don Quijote, enjaulado sobre una carreta de bueyes era consecuencia de haber coincidido en una venta él y su escudero con sus paisanos, el cura y el barbero, y con otros variados personajes: don Fernando, Cardenio, don Luis, unos cuadrilleros (de la santa Hermandad), el ventero y familia, criados, etc. etc.


De hecho, el cura y el barbero habían ido en la búsqueda de la pareja andante a fin e devolver a su aldea al loco de Don Quijote para intentar sanarlo en su medio natural, con su familia, que bien menguada era: su sobrina y el ama.


Para ello los dos paisanos convencieron a todo el mundo de que les ayudaran a su propósito. No se regateó la ayuda; todos se ocultaron tras ingeniosos disfraces para no alertar a Sancho de la trama. Con Don Quijote no había caso porque iba convencido de su encantamiento. El resultado final fue el viaje enjaulado del de La triste Figura hasta su aldea. En un momento dado dice Don Quijote:


Continua el Capítulo 47, Tomo 1.


¿Qué te parece de esto, Sancho hijo?

- No sé yo lo que me parece, -respondió Sancho-, por no ser yo tan leído como vuestra merced en las escrituras andantes; pero con todo eso osaría afirmar y jurar que estas visiones [tipos con pintas raras] que por aquí andan, que no son del todo católicas.

-¡Católicas, mi padre! -respondió Don Quijote-. ¿Cómo han de ser católicas, si son todos demonios, que han tomado cuerpos fantásticos para venir a hacer esto y a ponerme en este estado? Y si quieres ver esta verdad, tócalos y pálpalos, y verás cómo no tienen cuerpos, sino aire, y cómo no consisten en más de en la apariencia.


San Marcos 5.1

Curación de un poseso.


Llegaron a la otra orilla del mar a la región de los Gerasenos y en cuanto salió de la barca [el Maestro] vino a su encuentro un hombre poseído de un espíritu impuro, que tenía su morada en los sepulcros y ni aún con cadenas podía nadie sujetarle, pues muchas veces le habían puesto grillos y cadenas y los había roto. Continuamente noche y día iba entre los monumentos y por los montes gritando e hiriéndose con piedras


Como ya hemos visto, también el cura y el barbero querían curar a su poseso. Sabían que Don Quijote estaba poseído de los libros de caballerías pero no se les alcanzaba si esa posesión fuera de espíritu impuro o de otra cosa. Por si acaso, cuando lo enjaularon en la carreta ya habían tomado sus precauciones.


Capítulo 46, Tomo 1.


Con grandísimo silencio se entraron a donde él [Don Quijote] estaba durmiendo y descansando de las pasadas refriegas. Llegáronse a él, que libre y seguro de tal acontecimiento dormía [la trama urdida por el cura y el barbero], y asiéndole fuertemente, le ataron muy bien las manos y los pies, de modo que cuando él despertó con sobresalto, no pudo menearse, ni hacer otra cosa que admirarse y suspenderse y ver delante de sí tan extraños visajes … [toda la cohorte de disfrazados].


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