QUIÉN hay detrás

QUÉ hay detrás

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PAPIROFLEXIA RECREATIVA

En otro sitio ya digo que no sé dibujar, y no tendría que repetirlo ahora si no fuera porque con la escultura me pasa lo mismo. Mi recurso de los dibujos unifilares o esqueléticos me permite interpretar actitudes que, aún con esfuerzo, de otra forma me resultarían imposibles.

La escultura es un arte que me fascina y al mismo tiempo me supera. Por eso precisamente admiro tanto al excepcional escultor del papel Eric Joisel. Afortunadamente él y otros (Claudio Acuña, Robert Lang, Junior Fritz , Jeremi Shafer o Neal Elias) han desarrollado, en beneficio mío, la que yo llamaría escultura esquelética que, como en el caso del dibujo, me permite plasmar, esta vez en el espacio, las actitudes de lo representado, que es la cosa que más me interesa; de esa forma puedo desentenderme de los detalles que resultan superfluos cuando el gesto es dominante.


La técnica que sustenta a esta escultura de apariencia tan banal (Fig. 1) tiene una raíz geométrica de noble alcurnia: Se trata de un paraboloide hiperbólico como el mostrado en la Fig. 2. De esta última se obtienen, por simple manipulación, las hermosas Figs. 3 y 4 que constituyen el anverso y reverso de la misma pieza procedente de un único cuadrado de papel de distinto color en ambas caras; en dicha Fig.1 se aprecian los dos colores.


Fig. 1

Fig. 2

Fig. 3

Fig. 4

Fig. 5

Fig. 6

Está claro que el menda de la Fig. 1 que acabo de producir es un tentenelaire, y eso hay que investigarlo. Para ello voy al Museo de la Ciudad de México donde me dicen lo siguiente sobre su sencilla genealogía obtenida a base de indios, negros y españoles, como materia prima:


La pareja de la Fig. 5 no se sabe bien a dónde va, aunque parece que el chico no comparte la opinión de su madre. Seguramente no quiere ir al colegio, el muy cabezón. Lo que yo sí sé, es de dónde vienen. Los dos vienen de la misma hoja de un periódico después de tomar la forma de dos cuadrados, uno mayor que el otro, y unidos sin solución de continuidad. La escena se desarrolla, pues, y por raro que parezca, a partir de un único papel.

El de la Fig. 6 es un jugador de balonmano dispuesto a lanzar con fuerza contra la portería contraria, su balón colorado. El muchacho ha salido, por supuesto, de un cuadrado de papel. La pelota es también de papel; pero es un añadido al conjunto y la he obtenido engurruñando papel higiénico bien mojado, maznándolo hasta lo redondo, secando y pintando.

Hay que esperar que el muchacho, después del lanzamiento, no se dedique a negocios raros.