OBSERVA, OBSERVA, QUE ALGO QUEDA
En el banzo de mi banco
recostando mi lectura,
miro al cielo y se aparece,
ruidosillo, un avión
todo vestido de blanco.
Un avión siempre pasa
entre renglón y renglón
desafiando la altura.
Tengo enfrente un árbol grande
y otro chico.
Sus ramas en la distancia
me miden el amplio cielo.
Tras un avión viene otro
siguiendo el mismo camino.
Y otro, y otro más.
Las ramas hacen compás
para medir la ancha ruta
surcada a velocidad.
Mas en altura, tres plantas
para que la misma planta
sustente tres naves blancas.
A reacción, ruidosillas.
En Rascafría; verdad.