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QUIÉN hay detrás

QUÉ hay detrás

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Pgs. 1    2    3  

Pareciera que al principio di a entender que este primer título de Freud en el que estoy metido estaba libre de psicoanálisis; se publicó en 1937. Hasta aquí lo ha estado pero, en adelante, vamos a ver que sí es, ciertamente una aplicación del psicoanálisis, si bien espero que digerible. En lo sucesivo, y ya que la Biblia nos ha aportado todo lo necesario, continuaré con el texto de Freud en margen amplio.


Además, y para no abrumar al lector, recortaré el texto original evitando los ricos vaivenes argumentales en los que Freud se prodiga dentro del riguroso devenir de sus razonamientos. Me fijaré más bien en lo que puedan ser conclusiones definitivas o inmediatamente previas a ellas.

En 1909 Otto Rank publicó El mito del nacimiento del héroe del que se colige que “casi todos los pueblos civilizados importantes... ensalzaron precozmente, en creaciones poéticas y leyendas, a sus héroes, reyes y príncipes legendarios, a los fundadores de sus religiones, de sus dinastías, imperios y ciudades; en suma, a sus héroes nacionales. Especialmente las historias de nacimiento y juventud de estos personajes fueron adornadas con rasgos fantásticos, cuya similitud -y aun a veces su concordancia textual- en pueblos distintos, algunos distanciados y completamente independientes entre sí, se conoce desde hace tiempo y ha llamado la atención de muchos investigadores”. Si de acuerdo con el método de Rank, y aplicando una técnica al modo de Galton [coetáneo de Darwin], se reconstruye una «leyenda tipo» que destaque los rasgos esenciales de todas estas versiones, se obtendrá el siguiente esquema:


-El héroe es hijo de ilustrísimos padres, casi siempre, reyes.

-Su concepción es precedida por dificultades. Durante el embarazo, o aun antes, ocurre un anuncio (sueño, oráculo) que advierte contra su nacimiento, amenazando por lo general la seguridad del padre.

-En consecuencia, el niño recién nacido es condenado, casi siempre por el padre o por el personaje que lo representa, a ser muerto o abandonado; de ordinario se lo abandona a las aguas en una caja.

-Luego es salvado por animales o por gente humilde (pastores) y amamantado por un animal hembra o por una mujer de baja alcurnia.

-Ya hombre, vuelve a encontrar a sus nobles padres por caminos muy azarosos; se venga de su padre y, además, es reconocido, alcanzando grandeza y gloria.


El más antiguo de los personajes históricos a quienes se vinculó este mito natal es Sargón de Agade, el fundador de Babilonia (circa 2800 a. J. C; 1.500 años antes de Moisés). Para nuestros fines interesa particularmente reproducir aquí la narración atribuida al propio monarca.

Sargón, el poderoso rey, el rey de Agade, soy yo. Mi madre fue una vestal; a mi padre no lo conocí, pero el hermano de mi padre habitaba en las montañas. En mi ciudad, Azupirani, situada a orillas del Eufrates, me concibió en su vientre mi madre, la vestal. Me dio a luz en secreto; me colocó en una caja de juncos, cerrando mi puerta con pez negra y descendiéndome al río, que no me ahogó. La corriente me llevó hacia Akki, el aguatero [aguador, el que saca agua para venderla; no el que saca niños del agua] , Akki, el aguatero, con la bondad de su corazón, me levantó de las aguas. Akki el aguatero, como hijo propio me crió. Akki, el aguatero, me confió el cuidado de su jardín. Trabajando como jardinero, Ishtar se enamoró de mí; llegué a ser rey y durante cuarenta y cinco años ejercí mi reinado.

En la serie iniciada por Sargón de Agade, los nombres que mejor conocemos son los de Moisés, Ciro y Rómulo, pero Rank enumeró, además, muchos otros personajes heroicos pertenecientes a la poesía o a la leyenda, supuestos protagonistas de idéntica historia juvenil, ya sea en su totalidad o en partes fácilmente reconocibles. Entre ellos se cuentan Edipo, Karna, Paris, Télefos, Perseo, Heracles, Gilgamesh, Anfion y Zethos.


El mito del héroe siempre contempla dos familias asociadas a su infancia. En el caso de Moisés, que resulta bien distinto de los demás, la primera familia, generalmente la noble, es aquí bastante modesta: Moisés es hijo de judíos levitas. La segunda, en cambio, la familia humilde en la cual suele criarse el héroe, está sustituida, aquí por la casa real de Egipto: la princesa lo cría como hijo propio.


Volvamos a las dos familias del mito. Sabemos que en el plano de la interpretación analítica (del psicoanálisis) ambas son idénticas, mientras que en el plano mitológico se diferencian en una noble y otra humilde. Pero tratándose de un personaje histórico al cual se ha proyectado el mito, existe aún otro, un tercer plano: el de la realidad. En tal caso, una de las familias habría existido en la realidad: aquella en la cual el personaje, el gran hombre, efectivamente nació y se crió; la otra, en cambio, sería ficticia, creada por el mito para cumplir sus fines propios. Por lo general, la familia que realmente existió es la humilde, mientras que la ficticia es la noble. En el caso de Moisés, algo parecía discrepar de esta norma; pero ahora podemos aclarar la situación mediante un nuevo punto de vista: En todos los casos a nuestro alcance, la primera familia, aquella que abandona al niño, es la ficticia; la segunda, en cambio, la que lo recoge y lo cría, es la verdadera. Si nos atrevemos a conceder vigencia general a esta regla, sometiéndole también la leyenda de Moisés, advertiremos de pronto con toda claridad: Moisés es un egipcio, probablemente noble, que merced a la leyenda ha de ser convertido en judío. ¡He aquí, pues, nuestro resultado! El abandono a las aguas ocupa un lugar lógico en la leyenda, pero para adaptarlo a la nueva tendencia fue preciso torcer, no sin violencia, su propósito: de motivo de perdición que era, hubo de convertirse en recurso de salvación.

Resumiendo y, para entendernos:

Moisés era hijo de la hija del Faraón, por consiguiente, un egipcio noble: el Faraón era su abuelo. El padre biológico de Moisés nos resulta desconocido.


Durante el embarazo, o aun antes, ocurre un anuncio (sueño, oráculo) que advierte contra su nacimiento, amenazando  la seguridad del padre (del abuelo, realmente; es decir, del Faraón).


La madre del niño, para protegerlo de la amenaza a muerte de su padre (el de ella), lo coloca en el río dentro de la cesta impermeabilizada.


Allí lo encuentra alguien de la humilde familia levítica que lo acoge y lo cría. En su seno vive y crece Moisés como un judío más, hasta que llega a la edad de matar al padre (es decir, al Faraón).


Se enfrenta a éste, se erige en líder salvador del sojuzgado pueblo judío, y lo exoda (si se me permite el neologismo exodar: emprender el camino hacia fuera; εξ [hacia fuera] y οδοs [camino]).