Estás en: Mingote, una Antología del gesto

QUIÉN hay detrás

QUÉ hay detrás

INICIO

                                                                                                        Pgs.  1    2    3    4    5    6    7

Quienes están bajo tensiones corporales muy prolongadas durante periodos largos de su vida, llegan a adoptar ciertos gestos como naturales ya para siempre.

La expresión de horror se concreta en una mirada petrificada con ojos abiertos al máximo como indicando una subyugación al objeto. La actitud se refuerza con los hombros alzados y las manos vueltas hacia el sujeto, abiertas, con los dedos desparramados y tiesos como intentando alejar el peligro que se acerca.

O perdemos los papeles de forma intemperante y desproporcionada a la situación.

En punto a irracionalidad, ha llegado a afirmarse que el gesto de quien enseña sus dientes en expresión airada, recuerda a los primitivos de nuestra especie que harían otro tanto para asustar al enemigo.

La Grecia clásica fue una época masculina con ejemplares como éste. Porque los homosexuales gustan de ser reconocidos como tales: así, cuando protestan de las mujeres que acaparan la atención de los hombres. Este gesto de enojo contenido, con los hombros encogidos y una mirada sostenida, son típicos.

Pues yo diría que tiene que estar por aquí ...

      Por cierto, este audiovisual no lleva camino de terminar, y mi Manolo debe estar esperándome hace ya lo menos tres cuartos de hora. Esta gente que se toma en serio la broma, es insoportable, te lo juro!

El gesto asociado al pensamiento es la quintaesencia de la comunicación no verbal. Es como si al pensar usáramos de una apoyatura material, algo así como las muletillas del lenguaje.

Unos se ayudan fumando. Su pensamiento cabalga sobre las volutas de humo que se pierden en el aire. Igual que la mirada.

Otros gesticulan las manos sobre su cabeza como estimulándola en su producción intelectual. Nos recuerdan a quienes leen en voz baja articulando los labios.

Hay otros que piensan como a gritos. El grito es una concentración de energía que se quiere comunicar. Para autocomunicarse una actitud de concentración se aislan herméticamente cerrando las ventanas de sus ojos para que el grito de su pensamiento surja.

La comunicación por contacto, tan precisa al ser humano, es la menos propiciada a los ancianos, como si la vejez fuera contagiosa. Así que el viejo mira al futuro sin ilusión, con resignación, asiéndose al pasado con sus manos entrecruzadas, agotando un cigarrillo igual que los días.

El ejercicio del pensamiento pasa por la duda cuyo instrumento es el ojo contemplativo, abierto del todo, sin intenciones concretas respecto a la realidad; al contrario del ojo escudado del observador ... En este cuadro la mirada es viva y muy convergente, apoyada por las arrugas superciliares.

Ahora la mirada es divergente, de desinterés por el entorno. Los ojos, muy abiertos, como para presenciar el objeto pensado y facilitarle su entrada en la mente.

Sartre decía que el contacto visual es lo que nos hace real y directamente conscientes de la presencia del otro como ser humano con conciencia e intenciones propias. La escucha activa utiliza ese principio.

Este rostro refleja una actitud de escucha regocijada. Una mirada viva de sensibilidad aperceptiva delata la disposición de escucha.

Esta pareja representa los dos tipos del proceso inervatorio del rostro: el flúido o redondeado propio del flemático y comprensivo, y el brusco o anguloso.

Un gesto compuesto puede ser el del mercader citando con el engaño en la mano a la mujer fascinada.

Y otro, el de la doncella acosada por el hombre hasta que ella lo alcanza. La mujer parece un rejoneador que llevara la res prendida a la distancia justa con las riendas de su propio vestido alzado.

Mingote tiene mal ganada fama de pintar especialmente señoras gordas. Y sin embargo, la frivolidad y la coquetería tienen un sitio de honor en su repertorio.

La mujer sexual se interesa por los hombres, y la sexy por sí misma. El gesto de hedonismo y narcisismo es el ojo completamente velado que facilita la entrega al placer o el recreo en uno mismo.

ANTERIOR                                                                                                                         SIGUIENTE

PAG. 6 / 7

Cuando racionalizamos una situación desagradable, podemos dar en actitudes irracionales.