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Mingote, una antología del gesto. Este ujier medieval y picasiano nos invita a ver un cuadro que ha pintado Mingote. Picasso dijo de él que era un excelente dibujante. Pero es más: es un gran pintor, un gran retratista.

Cuando un afamado pintor o escultor nos lega un retrato de alguien, es fuerza que ha de quedarse corto en la imagen transmitida. Es el caso de la Dama de Elche tan compuesta, tan hierática.

La Ioconda, a más de plácida y sonriente, tendría sus momentos de mal humor, duda, recelo, etc. La que conocemos no es, pues, la que era.

Otro gran humorista, Quino, hacía decir a uno de sus personajes: "Lo malo de los gatos es que nunca sabes qué les pasa". Mingote no ha tenido este problema porque su modelo elegido es la humanidad.

La humanidad que espera y mira, sufre y ríe, se enfada y es paciente, habla y calla, se asusta y duerme. Eso que delata en los hombres lo que nos pasa, es el gesto.

Empecemos una mañana cualquiera, con el día. Después de dormir bien, el espíritu está mejor dispuesto.

Ciertas tribus africanas se callan al llegar la noche. No son capaces de comunicarse cuando les falta la componente visual del gesto.

Se dice que la palabra, al principio, no fue sino un acompañamiento musical del gesto. Hoy casi no sabemos hablar por teléfono sin gesticular.

Camba escribió: En los idiomas gesticulantes, los órganos más importantes de expresión son las manos, lo que en tiempos de la oratoria profesional convertía en obreros manuales a los grandes parlamentarios.

Spencer, el filósofo del evolucionismo, ve en el besamanos el antecedente de nuestro saludo actual. Cuando el igualitarismo siguió a una situación de dependencia, el superior intentaba retirar su mano para evitar un gesto de servidumbre, mientras el inferior insistía en atraerla a sus labios mostrando respeto, lealtad o agradecimiento. De este toma y daca se derivaría el gesto moderno de sacudir las manos de nuestro saludo.

Los cantos de sirena de las leyendas griegas tienen su réplica actual en los reclamos publicitarios que atacan a sus víctimas en el presupuesto o en el subconsciente.

En tiempos de verborrea se valora la elocuencia del silencio: un mutis por el foro, casi de puntillas, cuando se ve tormenta en el horizonte, es una forma de comunicación ... y de sentido común.

Los andaluces, con su exageración graciosa dicen que los charlatanes no se callan ni debajo del agua. Cuando la conversación es gustosa, no importa la incomodidad.

La mueca de sorpresa ha evolucionado hasta la sonrisa de placer. Y es que el humor depende de la sorpresa.

Un buen contador de chistes y un receptor bien dispuesto hacen un cuadro como éste: sólo falta la sonoridad de la carcajada. Hasta los espasmos del diafragma del que se ríe, están registrados!

Podría pensarse que lo mejor para no comprometer el gesto es irse a dormir. Sin embargo, incluso cuando dormimos, nuestro gesto está vigilante. Dormir es uno de los emblemas o gestos universales.

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Hay falta de buena comunicación. La mujer tiene fama de comunicarse más que el hombre, pero, se comunica mejor? El gesto es tan importante en la comunicación como la palabra, y es anterior a ella.