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TÍTULO del artículo: Martín Lutero

AUTOR: Olegario González de Cardedal, teólogo.

MEDIO: Diario ABC, 20-11-2016 (su tercera)



Voy a señalar dos cosas que, de entrada, me han llamado la atención del artículo que presenta la matriz de la Reforma protestante de Lutero. Ambas tienen que ver con la manera en que la cuestión ha sido tratada desde la Jerarquía católica hacia sus fieles desde mis tiempos más remotos hasta los más recientes. No hace mucho he podido ver un programa de TV en que un clérigo argumentaba contra Lutero exclusivamente por la relación matrimonial de éste.


Que, por cierto, leyendo sin prejuicios la biografía de la monja huida de su convento y casada dos años después con Lutero, inspira todo respeto a una mujer valiente, generosa, trabajadora y dedicada con tenacidad a la crianza de una familia de seis hijos.


-Pues bien, en el presente artículo no aparece para nada Catalina de Bora.

-En segundo lugar, aunque ya en mi juventud se nos hablaba de la cuestión de las indulgencias, su tratamiento era tan superficial como adecuado para que unos fieles poco instruidos no tuvieran que romperse la cabeza con unas cuestiones tan serias como las que corresponden a la ocupación de los teólogos; ellos se encargarían entre sí del asunto. En cambio, en el artículo que comento, su autor teólogo escribe:

… Un nuevo capítulo de la historia lo inicia el gesto de un agustino proponiendo 95 tesis como base de una disputa pública sobre las indulgencias, predicadas por toda Alemania con intención de recaudar fondos para la construcción de la iglesia de San Pedro en Roma. Se proponía analizar la doctrina y los abusos prácticos en torno a la concesión de las indulgencias con el dinero unido a ellas.

Con ocasión de la muerte de Fidel Castro, unos amigos míos muy cristianos, propusieron decir una misa por Fidel. No sé si la cosa prosperó y tampoco si no hubiera sido preferible dedicarle unas gregorianas que son 30 veces más eficaces que las normales para sacar del purgatorio a las ánimas benditas. Naturalmente, son algo más caras, pero la cosa no va a quedar por dinero!


En relación con lo del matrimonio de Lutero y cosas semejantes, parece que para la Iglesia ya no es políticamente correcto tratar asuntos de cintura para abajo como antes. Un ejemplo: Las abortistas (nosotras parimos, nosotras decidimos) parecen estar encantadas con el Papa Francisco porque, por fin, ya no van a tener que hacer sendero a las sedes episcopales para que se les perdone su pecado. Aquello era una pesadez, así que ahora ya pueden acudir con igual resultado al primer cura que tropiecen.


Me fijaré ahora sólo en algunas de las 95 tesis de Lutero.

1.-Cuando nuestro Señor y Maestro Jesucristo dijo: “Haced penitencia...”, ha querido decir que toda la vida de los creyentes fuera penitencia.

¿Con qué autoridad puede decir Lutero lo que he subrayado?  ¿Es que estaba junto a  nuestro Señor y Maestro cuando habló y le aclaró a él la verdad de la cuestión?

2.-Este término no puede entenderse en el sentido de la penitencia sacramental (es decir, de aquella relacionada con la confesión y satisfacción) que se celebra por el ministerio de los sacerdotes.

Este último subrayado también es mío. Contrariamente a lo señalado en relación con la Tesis1, los sacerdotes, en su misterioso ministerio sí han recibido de Dios aclaración precisa de lo que es la verdad y de lo que no es la verdad, ya directamente, ya a través de sus superiores, de los Santos Padres, de los concilios, de la Tradición o, en definitiva, de la Sagrada Biblia.


El problema puede ser que, según cuenta Borges a Ernesto Sábato en una conversación que tuvieron, la Biblia es el libro cumbre del género conocido como “Literatura fantástica”. No sé si ello es cierto, pero lo cierto es que los dos escritores (ambos Premio Cervantes) sabían mucho de Literatura. También es cierto que la afirmación del ciego Borges confirma el hecho de que El Paraíso perdido, la obra épico-teológica por excelencia, de Milton, el otro ciego, no le llega ni al pie a la fantástica cumbre bíblica.