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Pgs. 1    2    3    4    5

Voy ahora a completar ligeramente el árbol genealógico de la familia Severa.


Galeno ya había dado a Septimio Severo el mensaje de Julia pero, ésta seguía en Roma hasta la página 168 en que sale con sus hijos, su hermana en avanzado estado de embarazo, y su sobrina, camino de Carnuntum, al encuentro con su marido. Allí estaban Galeno y Calidio. El primero ayudó en el parto a Julia Maesa evitando una cesárea; el segundo consiguió en el mercado de esclavos un ama de cría para la recién nacida Avita. De la página 251:

Julia abrió la puerta de la habitación de sus sobrinas y vio al ama de cría amantando a la pequeña Avita: Todo parecía estar bien. Nadie podía reparar entonces que aquel bebé que mamaba del pecho de Lucia era la futura madre de un emperador de Roma, en una dinastía que aún no existía.

Efectivamente, Avita se casaría con Cesio Marciano y el hijo de ambos, Severo Alejandro sería emperador desde el 222 al 235 en que fue asesinado por el ejército; era primo carnal de Heliogábalo al que había sucedido.


Sigo atento al árbol genealógico, a la Bibliografía y a la NOTA HISTÓRICA de la página 647. He tenido ocasión de hojear la bibliografía del libro y otras también muy copiosas para comprobar que en ambas hay solamente unos pocos autores comunes. Sin embargo, resulta chocante leer en una enciclopedia tan solvente como la Espasa, que Heliogábalo era hijo natural de Caracalla (¿Tal vez engendrado en su prima Julia Sohemías casada con sexto Marcelo?).


Y cosas mucho más graves, en otros sitios, por ejemplo, que la Emperatriz Julia, ya viuda, manejó a placer a su hijo Caracalla siendo emperador, y que llegó, incluso, a tener relación incestuosa con él. Nuestro autor sale al paso de “noticias” semejantes apoyándose en que fueron aireadas por autores muy posteriores a los tiempos de Julia. En su NOTA HISTÓRICA se ocupa ampliamente de estas cuestiones.


Para terminar, voy a tocar dos puntos que me parecen de escasa verosimilitud en el libro.


PUNTO 1.- Septimio Severo ha decidido envenenar al gobernador de Britania, Albino. Con ese propósito le envía a su mensajero Quinto Mecio con el pretexto de ofrecerle compartir el gobierno del Imperio. Mecio va debidamente pertrechado e instruido por Galeno para poderlo envenenar mediante un veneno de efecto retardado. Él mismo se administraría antes un antídoto, por si acaso. En la página 511 y siguientes tenemos la receta

Galeno planteó una cuestión de pura técnica:

-¿Algún veneno en particular?

Julia:

-Uno que sea letal y para el que no haya tratamiento con algún antídoto. Y que no actúe de inmediato sino con un cierto tiempo de retraso tras su administración.

Galeno:

-Dos días de retraso sería perfecto. Eso daría tiempo a nuestro hombre a retirarse una vez administrado el veneno con la comida.

Galeno a Quinto Mecio:

-En este frasco tienes el veneno que es mortífero. Ten cuidado con él. Es importante que te lleves también esto. Verás que es verde y no transparente como el veneno. No te confundas. La botella verde es el antídoto. Pero no funciona de golpe. A partir de hoy deberás tomar un pequeño sorbo de la botella verde cada mañana. Te hará sentir mal. Ése es su inconveniente. Cuantos más días bebas ese brebaje más protegido estarás contra el veneno del frasco transparente.

Sorprende que Albino, que duda entre matar directamente al enviado o esperar un poco a ver qué pasa, vea tan natural que Mecio ande por su palacio como Pedro por su casa y llegue a tratar en la cocina con los esclavos que allí trabajan.


Menos mal que Salinatrix, la mujer de Albino que, según Julia era una víbora que si se mordía la lengua moría de su propio veneno, montó el seguimiento del invitado con el resultado de que, efectivamente, había estado en la cocina donde pidió algo de comer porque tenía hambre. A la víbora, esto le debió parecer normal.


Total, parece que estamos ante una de Mortadelo y Filemón con Dr. Bacterio incluido. El relato en el libro, un tanto confuso (¿cena?, ¿comida?) me ha obligado a leerlo varias veces para poder sacar mis conclusiones detectivescas siguientes.


Mecio había tratado en la cocina sólo con el esclavo pregustador; con ningún otro de los esclavos de cocina (cocineros, intermediarios, auxiliares, pregustadores). Uno de los intermediarios era Cayo, el que prestó a Albino el plato que el pregustador acababa de dar por bueno. Se desconoce el trato de Mecio con el pregustador. El resultado fue que toda la comida resultó envenenada con carácter retardado. Los únicos que tomaron previamente el antídoto fueron Mecio y el Pregustador. Todos los esclavos de cocina habían comido antes de que se celebrara el banquete oficial y protocolario. De todos los asistentes, la única que masticó mínimamente una tajada de carne (y dejó de masticarla), fue Salinatrix. Por la página 529 sabemos que no le hizo efecto.


La única prueba del envenenamiento era el intermediario Cayo, que se moría de sudores, fiebre y dolor de estómago. Salinatrix “ya había conectado todas las piezas”: Su hombre de seguimiento le había asegurado que Cayo era quien había hablado con Mecio. Mentira, pero ya tiene la víbora y todos los demás un chivo expiatorio. El infeliz Cayo no sabía nada de nada. He aquí lo que yo considero clave en mi conclusión: