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QUIÉN hay detrás

QUÉ hay detrás

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Pgs. 1    2     


<Barba Azul (a Juana): No contenta con ser el papa Juana, ahora quieres ser también César y Alejandro.


Arzobispo: La soberbia te hará caer, Juana.


Dunois: Juana nunca calcula; avanza siempre y espera en Dios; se figura que tiene a Dios en el bolsillo. Hasta ahora ha tenido la superioridad numérica y ha vencido. Pero conozco a Juana y preveo el día en que se lanzará a la pelea con diez hombres cuando hagan falta ciento, y entonces verá que Dios está siempre del lado de los batallones numerosos. Será cogida por el enemigo. Y el hombre que haya tenido la suerte de cogerla recibirá como premio de manos del Lord inglés, dieciséis mil libras.>


Recuerdo un dicho español que, con mucha retranca, proclama: “Llegaron los sarracenos y nos molieron a palos, que Dios protege a los buenos cuando son más que los malos”.


<Carlos (a Juana): Te digo que no tengo dinero. Y esta coronación, que es obra tuya, me cuesta el último escudo que puedo tomar prestado.


Juana: La Iglesia es más rica. Yo fío en la Iglesia.


Arzobispo: Mujer, te arrastrarán por las calles y te quemarán como bruja … No tengo bendición para ti mientras seas soberbia y desobediente … Si caes presa, después de haber puesto tu opinión particular por encima de los consejos de tus directores espirituales, la Iglesia te abandonará a tu suerte … estás sola, completamente sola, fiada en tu presunción, tu ignorancia, tu testarudez, tu impiedad, tapando todos esos pecados bajo la capa de la confianza en Dios.


Juana: No creáis que me podéis amedrentar con decirme que estoy sola. Francia está sola y Dios está solo. La soledad de Dios constituye su fuerza. Mi soledad será también mi fuerza. Es mejor que yo esté sola con Dios.


SE BAJA EL TELÓN.


Escena sexta. Juicio en Ruán contra Juana, mayo de 1431.

El lugar del juicio está dispuesto para acoger a todas las personas que han de participar en él. Se trata de presentar a la acusada ante un tribunal eclesiástico cuyo brazo secular está representado por un Lord inglés. Además hay que contar con las siguientes figuras:


El Obispo

El Inquisidor, delegado del Inquisidor mayor de Francia; es un fraile dominico.

El Promotor (es un canónigo, equivalente al fiscal de un tribunal civil.)

El Capellán del Cardenal de Winchester, como asesor.

Otro dominico.

Juana


Casi la primera mitad del tiempo que dura esta escena se consume en el debate entre el bando inglés y el francés a propósito de lo que ha de ser decisivo respecto de Juana. Los primeros pretenden que Juana sea considerada bruja y quemada; los segundos se apoyan en que siendo una hereje, la Iglesia debe procurar la salvación de su alma.


Juana había sido hecha prisionera por los ingleses en una acción bélica. Ahora la rodean 800 hombres armados y está encadenada por los tobillos.


<Inquisidor: Que entre la acusada (entra)

Juana: ¿Qué tengo que hacer?

Obispo: Debes firmar una solemne retractación de tu herejía.

Juana: No sé escribir.


El otro dominico lee con calma la retractación.

“Yo, Juana, comúnmente llamada la Doncella, mísera pecadora, confieso que he pecado muy gravemente en los puntos siguientes: He afirmado tener revelaciones de Dios, los ángeles y los benditos santos, y perversamente he rechazado las advertencias de la Iglesia de que eran tentaciones del demonio. He blasfemado abominablemente, llevando un traje deshonesto, contrario a las Sagradas Escrituras y los cánones de la Iglesia. También me corté el pelo al modo de los hombres; y contra todos los deberes que hacen a mi sexo especialmente grato al cielo, empuñé la espada para verter sangre humana, incitando a los hombres a matarse mutuamente, invocando a los malos espíritus para engañarlos y hacerles creer que obedecían las órdenes de Dios. Confieso el pecado de sedición, el pecado de idolatría, el pecado de soberbia y el pecado de herejía; todos los cuales ahora renuncio y abjuro y de ellos me aparto, dando humildemente gracias a vos, doctores y maestros, que me habéis restituido a la verdad y a la gracia de Nuestro Señor. Y no volveré nunca a mis errores, sino que permaneceré en comunión con nuestra santa Iglesia y en obediencia de nuestro padre santísimo el papa de Roma. Todo eso lo juro por Dios Todopoderoso y los Santos Evangelios en testimonio de lo cual firmo esta retractación con mi nombre.”


Inquisidor: ¿Has entendido, Juana?

Juana: Está bien, señor.

Inquisidor: ¿Y es verdad?

Juana: Debe de serlo. Si no lo fuera no me estaría esperando la hoguera.

El otro dominico: Déjame guiarte la mano J…u…a…n…a. Ahora haz tú sola la rúbrica.

Juana: Os doy las gracias.

Inquisidor: Pero ya que pecaste muy presuntuosamente contra Dios y la Santa Iglesia, y a fin de que te arrepientas de tus errores en contemplación solitaria y quedes protegida contra toda tentación de volver a ellos, nosotros, por el bien de tu alma y para imponerte una pena que te haga expiar tus pecados y llegar finalmente sin mancha al trono de la divina gracia, te condenamos a comer el pan de la amargura y beber el agua de la aflicción hasta el fin de tu vida terrenal, en perpetua prisión.


Juana: ¿Es que no voy a recobrar la libertad?... dadme ese escrito … Coge el papel y lo hace pedazos … Encended vuestra hoguera. ¿Creéis que me asusta tanto como vivir como una rata en una trampa?


Inquisidor: Arrojada del seno de la Iglesia.

Obispo: Separada de su cuerpo.

Inquisidor: Corrompida por la lepra de la herejía.

Obispo: Un miembro de Satanás.

Inquisidor: Declaramos que debe ser excomulgada.

Obispo: Y ahora te arrojamos, te segregamos y te abandonamos al poder secular.


El otro dominico, que presenció el final de Juana en la hoguera, al Lord inglés: Pronunció el nombre del Salvador y murió.>


EPÍLOGO


Es éste un espacio de lucimiento para un escenógrafo ingenioso. En una escena de fantasía plagada de efectos especiales aparece una habitación con una gran cama que simboliza el sueño que cada personaje que aparece vive en relación con sus experiencias pasadas y con las futuras que están por venir.


Se apoya en cuatro fechas clave: 1431 (Juana arde en la hoguera). 1456 es la fecha del Epílogo en que se da noticia de la revisión que la Iglesia ha hecho de la condenación a que fue llevada Juana y consecuentemente a su muerte en la hoguera. El papa Calixto III autorizó a un tribunal de la Inquisición a examinar su juicio: la declaró inocente y mártir. Fecha de su posterior beatificación, 1909. Fue canonizada en 1920.


Los mismos personajes de la tragedia vuelven a aparecer delante de los espectadores, unos aún vivos, otros muertos pero como en pura ensoñación, desvelando sus inquietudes, arrepentimientos, deseos  o emociones.



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