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QUIÉN hay detrás

QUÉ hay detrás

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< José Luis de la Fuente O'Connor :

Nuestro mercado eléctrico surgió de la ley 54/1997. Estuvo impulsado por la UE, siguiendo la tendencia intelectual, entonces vigente a escala mundial, de liberalizar lo más posible el sector eléctrico y aumentar su eficiencia pasando al sector privado su toma de decisiones y asunción de riesgos.>


Me he leído completa la famosa ley y me he quedado como Julián Marías con lo de los Premios Nobel. Teniendo a mano mi último contrato con Iberdrola, de fecha 9-6-2021 que sustituía al anterior de 2015, he decidido concentrarme en la EXPOSICIÓN DE MOTIVOS de la citada ley.


Empieza diciendo cosas muy razonables:

< -El suministro de energía eléctrica es esencial.

-Su precio es un factor decisivo.

-El transporte y la distribución de electricidad constituyen un monopolio natural [¡Toma ya!].

-Se trata de una actividad intensiva en capital.

-La energía eléctrica es un producto no almacenable que varía en períodos relativamente cortos de tiempo.

-Requiere que la oferta sea igual a la demanda en cada instante de tiempo.

-Todas estas características técnicas y económicas hacen del sector eléctrico un sector necesariamente regulado.

-Esta Ley tiene el fin de establecer la regulación del sector eléctrico, con el triple y tradicional objetivo de garantizar el suministro eléctrico con calidad y al menor coste posible, sin olvidar la protección del medioambiente.

-La ley asegura que estas garantías se satisfacen sin más intervención estatal que la que la propia regulación específica supone.

-Se abandona la noción de servicio público, sustituyéndola por la expresa garantía del suministro a todos los consumidores demandantes del servicio dentro del territorio nacional.

-La explotación unificada del sistema eléctrico nacional deja de ser un servicio público de titularidad estatal desarrollado por el Estado mediante una sociedad de mayoría pública.>


Aquí se acusa el punto de inflexión de los motivos de la ley. Al ciudadano le da igual que la titularidad del negocio eléctrico sea privada o del Estado. Lo que quiere es que el suministro esté garantizado en calidad y a buen precio. Si la titularidad es privada, el Estado no tendrá más remedio que actuar sobre los correspondientes privados para que cumplan con lo que la gente necesita (y no con lo que a esos privados pueda convenir). Para ello se dice antes que el sector eléctrico es necesariamente regulado.


Sigue la EXPOSICIÓN DE MOTIVOS:


<-Las funciones que antes desarrollaba esa sociedad de mayoría pública son asumidas ahora por dos sociedades mercantiles y privadas, responsables respectivamente, de la gestión económica y técnica del sistema. La gestión económica del sistema, por su parte, abandona las posibilidades de una optimización teórica para basarse en las decisiones de los agentes económicos en el marco de un mercado mayorista organizado de energía eléctrica.>


Aquí empieza el calvario del ingenuo lector de MOTIVOS. Esas dos sociedades que se mencionan, ¿es que son dos? O es que ¿esas sociedades son de dos tipos? Porque en mi contrato Normal aparecen dos sociedades, ambas de Iberdrola que es la productora: una comercializadora y otra distribuidora. Esta circunstancia hace pensar a algunos sobre la irregularidad de que una empresa (Iberdrola en este caso) se venda a sí misma para luego vender a otros. Luego veré esto con más detalle. Por cierto, el término empresa productora  no aparece en mi contrato, pero sí en la ley.


Lo que no aparece en la ley es la calificación de normal para un contrato. En mi contrato sí se dice que es normal pero sin explicar en qué consiste la normalidad. Así pues me quedo sin saber qué es eso, en puro desconocimiento de sus consecuencias. Tampoco aparece en la ley la palabra subasta aplicada al precio del Kwh. Entiendo que en su lugar se habla de mercado mayorista organizado.


Añadiré algo sobre lo de las dos sociedades de un mercado mayorista organizado, que, según la ley, parece que son necesarias para hacer frente a los retos que nos plantean los nuevos tiempos. Antes, en situaciones semejantes a las actuales, las empresas hacían frente al problema creando un nuevo departamento o una nueva dirección, dependiendo de la envergadura del asunto: era lo más práctico y más barato. Pondré como ejemplo lo que viví trabajando en una gran fábrica de automoción con su implantación de dos millones de m2 en Madrid.


Empezaba a bullir por doquier la informatización: grandes ordenadores IBM para la gestión; conexión CALL con la sede de IBM en Castellana 4, para los ordenadores de cálculo en Diseño, Laboratorios e Investigación; fichas perforadas por todas partes; grandes discos llenos de cinta magnética,

implantación de correo electrónico interno para la fábrica … Todo ello lo pudo resolver el nuevo Departamento de Informática que se creó.


Me permito esta observación porque si llega a desmantelarse el sistema que preconiza la ley, volver atrás sería un avance muy importante.


He podido averiguar que en España hay nada menos que 687 sociedades comercializadoras. Han surgido como hongos alimentados por la lluvia de la ley de marras, nacidas ex nihilo y en modo de pacotilla.


En sus comienzos, bastantes de ellas me urgieron a telefonazos (algunas, incluso, llamaron a mi puerta) para que atendiera a sus ofertas benéficas. Uno, ingenuamente, se pregunta: ¿Quien es el que remunera a ese ejército de nuevos accionistas, y quien paga a esa nube de empleados? La respuesta está en el viento, que diría el Nobel Bob Dylan: Los paganos, y los fieles, también. Los que se quejan continuamente de cuánto sube el precio que pagan por la luz.


¿Qué “optimización teórica” es esa que se abandona? ¿Se refiere a la estructura de costes que han venido utilizado las empresas productoras de energía eléctrica para obtener el precio de venta del Kwh que ofrecían a sus clientes? Porque supongo que esa estructura contempla los gastos fijos, variables, de amortización, de insumos, de materia prima, personal, impuestos de diversos tipos, remuneración de accionistas, peajes … ¿Es eso una forma teórica de trabajar?


Parece que lo guay es “basarse en las decisiones de los agentes económicos en el marco de un mercado mayorista”. Es decir, las decisiones “por sentimiento” que se manejan en las subastas son mucho mejores que las obtenidas sobre bases reales y comprobables.


También hay que preguntarse: ¿por qué las empresas productoras de energía eléctrica ven tan bien lo de las subastas y, como consecuencia, no se oponen a ellas? Yo me respondo: Porque con ellas consiguen subir el precio del producto al ser los ofertantes del mismo en las subastas. No olvidar que, al mismo tiempo, tienen sus propias comercializadoras que pujan al alza los precios de partida.