QUIÉN hay detrás

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FACTURA





Pasada (no sé si pagada) la negra factura del volcán de La Palma, quedan pendientes otras dos negras facturas: la del Covid y la del precio de la electricidad.


No se oye hablar de otra cosa: la subida constante y desmadrada del costo de la factura eléctrica de los usuarios domésticos. Lo que más choca no es la noticia, que se acepta como algo inevitable, como se acepta que llueva cuando estaba de llover, sino que a nadie se le ocurra decir algo para poner en evidencia lo que pueda haber detrás de ella.


Por el contrario, se preconiza que los usuarios hagan la colada de noche, que es más barato y, no sé si también que se hagan el huevo frito a media noche, que, asimismo, es más barato, para comérselo a las 14 h, o que, y esto es más para los vecinos de una comunidad con ascensor, que dejen de tomarlo durante el día y hagan un esfuerzo por tomarlo de noche, porque así, bajando el coste eléctrico bajarán también el del recibo comunitario.


Ya sé que la problemática del sistema eléctrico en España (y en cualquier país y en cualquier asociación de países) es muy complejo. No voy a referirme a todo él; sólo a lo que concierne a lo que se conoce como “el precio de la luz”.


Se da por supuesto que la cosa es así porque estamos ante una cuestión de mercado liberalizado que es intocable ya que la panacea del mercado es la que lo resuelve todo aquí, en los EE.UU y en la U.E. Se trata de evitar a toda costa el monopolio empresarial que estuvo detentado antes por las empresas eléctricas.


Copio de un diario de difusión nacional:

< El sistema de subasta ciega para la fijación de precios en el mercado mayorista viene fijado por Bruselas y es similar en todos los países.>

¿A quien se le ocurre confiar en que una subasta ciega pueda resolver el problema de precios que, en gran medida produce ella misma?


A uno le mosquea que la U.E haya estado tan interesada en fomentar la concentración bancaria que, de momento en España ha conducido a un oligopolio bancario o más bien, paramonopolio, y le hiciera ascos al “monopolio” de las cinco compañías eléctricas españolas que ya antes se habían concentrado desde una infinidad de otras medianas y menores.


Esto último no nos lo ha explicado nadie, y mejor será que no venga algún especialista de la economía eléctrica a contárnoslo, porque entonces nos pasaría como a Julián Marías le oí decir durante una de sus últimas conferencias en la Academia de Farmacia: <<Lo malo no es que no entendamos por qué le han dado a alguien el premio Nobel de física o de medicina. Es que si viene un especialista a explicárnoslo, aún lo entenderemos menos.>>


Una breve y muy incompleta lista de las eléctricas dispersas, desde los años 40 del siglo pasado, en adelante:

Eléctricas Reunidas de Zaragoza (ERZ), Compañía Sevillana de Electricidad, Saltos Unidos del Jalón (filial de ERZ)*, Fuerzas Eléctricas del Noroeste (FENOSA)**, Enher (Empresa Nacional Hidroeléctrica del Ribagorzana), Endesa***(Empresa Nacional de Electricidad), Saltos del Sil, Hidroeléctrica Española, Iberduero, Hidroeléctrica del Cantábrico …


Unas curiosidades:

* Esta empresa equipó la central hidroeléctrica de Los Rábanos sobre el Duero, cerca de Soria. Yo participé en el suministro del aparellaje correspondiente desde la nueva fábrica de Cenemesa en Córdoba.

** No creo que haya un caso semejante en los anales de la Nobleza española: Don Pedro Barrié de la Maza fue nombrado conde de una Sociedad Anónima: Conde de FENOSA (conde de las Fuerzas Eléctricas del Noroeste S.A.).

*** Endesa se creó como empresa estatal dentro del INI (Instituto Nacional de Industria). Y ha terminado como algo parecido, en italiano (ENEL, Ente Nazionale per l'energia elettrica).


De las cinco empresas eléctricas “monopolio” que hay ahora en España, tres, Naturgy (antes Gas Natural Fenosa),  Endesa e Iberdrola, dominan en torno al 90% del mercado. Las otras dos, Repsol (antigua Viesgo Energía) y la portuguesa EDP (Energías de Portugal), que absorbió a Hidrocantábrico, hacen el resto. Esta nómina  me recuerda a los Tres Grandes de Yalta: Stalin, Roosvelt y Churchill. En adelante podré referirme a las 3G (las tres grandes: Naturgy, Endesa e Iberdrola), y a las 2 (Repsol y EDP).


A continuación voy a tener muy en cuenta lo que se lee en el periódico Cinco Días / El País Economía (15 nov. 2018) escrito por el Profesor José Luis de la Fuente O'Connor que fue vocal de la Comisión de Expertos sobre Escenarios de la Transición Energética.


Para evitar el monopolio empresarial eléctrico, liberalizando el sistema y aumentando su eficiencia, la UE adoptó una determinada tendencia intelectual. Ahora se llama así a lo que siempre hemos conocido como “lo que se lleva”, “lo que está de moda”, es decir, ahora, “lo políticamente correcto”.


La tendencia esa consiste en adoptar para el sistema eléctrico, una copia del modelo tradicional de mercado, por subasta, basado en uno artificial de paradigma marginalista de costes de producción variables.


Como se sabe, en economía, se llama coste marginal a lo que le cuesta a una empresa producir una unidad de producto más de las que viene produciendo. Alguien, cogiendo el rábano por las hojas, ha aplicado ese concepto a la producción eléctrica: Ésta, para hacer frente a la demanda creciente que se le presenta empieza generando con sus alternadores que utilizan la materia prima más barata (centrales nucleares -¡Quien lo iba a decir-!); cuando ya están saturadas éstas, siguen produciendo Kwh con los alternadores que los siguen en bajo precio de materia prima, hasta seguir, al final, si éste fuera el caso, con los alternadores que necesitan el combustible más caro, el carbón. Naturalmente, no siempre se llega a ese extremo, pero esa es la ruta.


La ruta no es mala; lo malo es cómo se administra. La analogía nos la da la circunstancia de que hay que asociar todo el manejo eléctrico a una subasta. Imaginen una subasta “de arte” de esas que se producían en los hoteles de playa. El organizador de la subasta anuncia a los asistentes: Este cuadro tiene tantos € como precio de salida: ¿Hay quien dé más? Y los postores  empiezan a dar más hasta que la cosa se detiene y ya nadie aumenta la puja. El precio al que se ha llegado es el último que se ha ofrecido; el postor paga el precio (el más caro que se ha manejado en la subasta), y se lleva el cuadro).