49, 50, 57, 58. No hay más remedio que acudir a una nueva categoría para iluminar la

                    actualidad de los pueblos subdesarrollados [y ni D.R. duda de que España lo fuera]. Es la

                    de "nivel de los tiempos" de Ortega que exige dosis muy elevadas de acción voluntaria

                    para suplir lo que no hay en ciertas sociedades, lo que éstas no pueden dar de sí, a fin de

                    capacitarlas para la conquista de los bienes que otras sociedades obtuvieron por la simple

                    maduración de su proceso social orgánico. En España, la clase económica ascendente

                    falta en absoluto.

                    Si de verdad hubo una precoz democratización en España, hay que anotar que no tuvo

                    las mejores consecuencias, como no suele tenerlas lo que sucede a destiempo.

                    Una democracia sana es la que resulta por ascensión desde el fondo mismo de la     

                    sociedad.


D.R. quiso hacer lo que después hemos conocido como La Transición, incluso antes de terminar la guerra; y después, continuamente. Su permanente actitud era fruto de su constante impaciencia. No obstante, reconoce, sin pretenderlo, que su postura era equivocada.


La contraposición entre Franco y D.R. consistía en que éste pensaba que esa ascensión habría de producirse espontánea y milagrosamente por la acción de todo el país impulsado por políticos benéficos (esos que sólo y exclusivamente quieren el bien de su pueblo). Franco estaba de vuelta de esta hipótesis (sabía, como cualquiera que hubiera leído nuestra historia, que los políticos españoles nunca habían conseguido tal), que se pretendía aplicar a destiempo y sin el nivel desde el que se pudiera vislumbrar un ascenso.


Así pues, Franco se puso manos a la obra en la construcción, a partir de cero (que es donde realmente estaba España), de todo lo que era necesario para poner el país a nivel. De no haberse conseguido ese nivel, la Transición post-Franco a la Democracia hubiera sido impensable.


Sin pretensión de ser exhaustivo voy a reseñar la Nómina de esas cosas que eran imprescindibles por inexistentes y que los sucesivos gobiernos de Franco pusieron en funcionamiento. Y señalando, sin detallar, que no todas se llevaron a efecto con dinero público. Lo hago además, por estas otras razones: Porque han sido parte de mi vida; porque han podido caer en el olvido y porque muchas de ellas, después de su vida útil, han desaparecido de la escena. Sobre alguna de ellas tendré ocasión de insistir más adelante.


La Nómina: Becas a estudiantes valiosos sin recursos. Colegios Mayores universitarios. Consejo Superior de Investigaciones Científicas. Los Polos de Desarrollo Industrial (Burgos, Sevilla, Valladolid, Zaragoza, Vigo, Huelva). Pantanos (hoy están prácticamente agotadas las posibilidades de nuestros ríos: Desde entonces apenas se pueden construir ya más). Siderúrgicas (Ensidesa y Uninsa, en Asturias). Astilleros (España llegó a ser el 4º país del mundo en construcción naval (especialmente de superpetroleros). Puertos (superpuerto de Bilbao, ampliación del de Barcelona). Aeropuertos (de proyección turística como los de Almería y Gerona). Refinerías de petróleo (Tenerife, Tarragona, Castellón, Cartagena, Algeciras, Huelva, La Coruña, Bilbao, Puertollano). Fábricas de abonos, de cemento, de aluminio; de camiones, automóviles y tractores. Plan REDIA de carreteras. Viviendas protegidas, de renta limitada y de la Obra Sindical del Hogar. El Instituto Nacional de Previsión que permitió percibir pensiones a quienes nos jubilamos en 1995. El Seguro Obligatorio (el de Enfermedad - creo que se llamaba Obra Sindical 18 de Julio-), antecedente de la actual Seguridad Social, y que, por cierto, cubría sólo a los obreros -productores- y ni siquiera a los profesionales. Planes de regadío del Instituto Nacional de Colonización (Jaén, Badajoz). Centrales eléctricas hidráulicas, térmicas y nucleares (Sta. María de Garoña, José Cabrera). Líneas de transporte eléctrico a la más alta tensión disponible entonces, y subestaciones. Electrificación de ferrocarriles. Explotaciones mineras (Hunosa, carbón; Andorra -Teruel-, lignitos). El trasvase Tajo/Segura, que, por cierto, se ejecutó sin hacer ascos al hecho de que la idea procediera del Plan Lorenzo Pardo de la República, siendo ministro de Fomento Indalecio Prieto. El INTA (Instituto Nacional de Técnica Aeronáutica -hoy Aeroespacial-). Escuelas de formación agropecuaria (Mollerusa, Lérida; La Santa Espina, Valladolid). Las Universidades Laborales (Gijón, Tarragona, Alcalá de Henares, Cáceres, Córdoba, Sevilla ... (Llegó a haber hasta 21).


Veamos cual es el contrapunto que D.R. plantea a La Nómina desde la instauración de la República. ___________________________________________________________________________________


                    71, 72, 453. No se puede negar que, a la sazón, la minoría republicana disponía de los

                    hombres más inteligentes y, por merced de las organizaciones obreras, de las únicas

                    fuerzas de presión que podrían ejercerla desde la calle. Pero la lucha por la conquista de la

                    República fue corta y poco penosa: insuficiente para imponer la amalgama o fusión de las

                    infinitas modulaciones concurrentes en aquella minoría.


                    El problema central de la República, el problema de España, se había de cifrar en la

                    reforma de esa sociedad, para lo cual habría que empezar por conocerla, esto es, por

                    reconocer sus verdaderos niveles.


                    A lo largo de todo este trabajo no ha sido mi intención formular profecías.


A pesar de sus buenas intenciones, sí que ha hecho D.R. alguna profecía, y lo veremos. Yo no voy a hacerlas porque estoy jugando con el tiempo a mi favor. Pero sí voy a plantear aquí y alli alguna adivinación de gabinete.


Tan inteligentes como eran los hombres de la República, y resulta que el 14/4/1931 no eran capaces de reconocer el verdadero nivel de España!


La Nómina se puso en marcha, evidentemente, con el favor de su derecha contemporánea.


Alguien piensa que si aquellos hombres inteligentes se hubieran puesto a trabajar en la Nómina desde el 15/4/1931, habrían tenido alguna oposición?


O es que realmente no querían elevar el nivel de España, y por tanto no les interesaba la Nómina, aunque el propio Prieto seguramente sí habría estado de acuerdo con ella?


O es que eran muy inteligentes, pero para otras cosas, como por ejemplo, la lucha entre los propios políticos?


Habrá que concluir que la gran industria nacional de aquellos tiempos era la política, y los políticos (y no el pueblo) quienes vivían de ella. Con la Nómina vivieron mejor muchos españoles y peor algunos políticos: estos son siempre minoría, y entre ellos estuvo D.R.


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