Estás en: Dionisio Ridruejo y Soria

QUIÉN hay detrás

QUÉ hay detrás

INICIO


                                                                                                                   Pgs.  1    2    3    4    5    6  


El anterior soneto no tiene, aparentemente, ninguna relación con Soria. Parece más bien evocar un farallón de la costa escocesa o una escultura de Chillida desafiando al Mar Cantábrico. Pero veamos lo que el propio D. R. dice en su Introducción a Primer libro de amor:


"Por lo que se refiere a los Sonetos a la piedra, cualquiera que hubiera querido reparar en ello hubiera visto, a la primera mirada, que temática, y también técnicamente los modelos de arranque fueron el soneto Al ciprés de Silos de Gerardo Diego"


Y yo debo añadir cómo, cuando escribí Gerardo Diego y Soria ya puse en conexión Silos y su ciprés, con nuestra ciudad.


Sin dejar los Sonetos a la piedra, nos encontramos casi al final con el titulado San Juan del Duero (Soria) que es un retrato perfecto del conocido monumento. Lo llama del y no de como es lo habitual. San Juan del Duero lo llama Bécquer en su leyenda El Monte de las Ánimas en cuya ladera se acurruca la reliquia del monasterio. He aquí su primer cuarteto:


            Habla mi Duero, escucha el bosquecillo

            y celan los tapiales el secreto.

            El sol te goza y labra y estás quieto,

            como un mendigo al sol, solo y sencillo.


Jugando con la imagen le recuerda el acueducto de la Segovia que acogió al poeta:


            Los arcos en los aires, como el puente,

            el acueducto, la alameda, el soto,

            sosteniendo la luz o la quimera


Y en medio del conjunto de sonetos, el soneto titulado A una columna sola en el llano que no es otra que la erguida al cierzo de los siglos, la que defiende numantinamente nuestra historia y es guardián de su pasado:


            Vieja columna de Numancia ausente,

            siglos de nubes en tu recta vida

            bajaron frisos a tu rota frente.


Más allá de la piedra tiene D. R. Otros sonetos figurativos con tres evocaciones muy particulares: A la Llanura castellana


            Cuerpo de soledad, cuerpo yacente

            de tierra dilatada y sin orilla.


A El Burgo de Osma que es un fiel retrato de la infancia en su pueblo natal cuando él, como chico curioso que era, se hacía amigo de todos los artesanos a su alcance: el herrero, el panadero, el albañil, el carpintero ...


            Ya es celeste el hollín en la herrería

            y el chirriar de la rueda con estopa

            del cordelero y riza la garlopa

            una miel inmortal de todavía.


A la Soria lejana, dedicado a Epifanio Ridruejo, el que fuera Subgobernador del banco de España y pariente de nuestro poeta. En él traspone el anhelo por su tierra, del emigrante que el propio D. R. fuera en pura coyuntura, cuando acudió a Rusia con la División Azul. Ahora, en este soneto traza la ruta del emigrante Ridruejo que no sólo partió para Extremadura como su abuelo, sino que dio el salto a América:


            Estuvo allí. Marchó con el hatillo

            del pastor hacia el Sur y en el navío

            del emigrante al mar. En su vacío

            fue nevando el ayer lento y sin brillo.


            Y Soria ya no es tierra y va brotando

            de haber sido de ayer y de la nieve,

            clara de estar lejana y ser memoria,


            con sus álamos quietos escuchando,

            sobre el Duero de luz y olvido, un leve

            murmullo que la va creando: Soria.


Y para que no quede desmentida la anterior afirmación, vamos a repasar brevemente los Cuadernos de Rusia donde podemos encontrarnos con cosas de hondo sentimiento y tan bellamente expresadas como las que siguen.


En Paisaje de ausencia evoca D. R. en bellos endecasílabos la España total hecha desde la Castilla del Duero:


            Tierra de España en el vencido estío

            ciega y creciente en el solar del alma:

            El misterioso hayedo sobre el valle,

            el agua viva entre colinas mansas,

            la mar desafiada y prisionera

            de arenas suaves y olorosas ramas,

            las agrias costas y las hazas tiernas

            fecunda, dócilmente cultivadas,

            y el almendro en alcor de primavera

            malogrando su flor anticipada.

            Los ríos que impacientan o acarician

            ásperas rocas, vegas remansadas,

            y los hondos pinares con que aroma

            cuna del Duero el corazón de España.


En Soledad (tierra de Rusia), el paisaje machadiano y gerardiano:


            Ni una montaña lejos,

            ni la excepción señera de los chopos

            junto al trigo ondulante, que en Castilla

            guían la sed hasta el nivel del gozo.


Los dichos Cuadernos de Rusia incluyen una Carta al poeta Agustín de Foxá, que estaba en Finlandia, escrita en cuartetos alejandrinos. Foxá estaba allí de diplomático y siempre se mantuvo muy ligado a D. R. desde la juventud. Muy relacionados los Foxá (Agustín y Jaime) con el pueblo soriano de Vinuesa, se ve que compartieron Duero y pinares con nuestro poeta, pero muchas cosas más. A mediados de 1935 compartían poética ambos con José Antonio Primo de Rivera, y a finales del mismo año componían los tres, junto con Rafael Sánchez Mazas (el padre de Rafael Sánchez Ferlosio), la letra del Cara al sol. De la tercera estrofa del himno de la Falange


            Volverán banderas victoriosas

            al paso alegre de la paz.

            Y traerán prendidas cinco rosas

            las flechas de mi haz.


es autor, en sus dos primeros versos D. R, y José Antonio de los otros dos. Alguien ha llegado a decir que este himno (música de J. Tellería), junto con la Marsellesa y la Internacional, es uno de los más bellos himnos de exaltación épica que se han compuesto.


ANTERIOR                                                                                                                   SIGUIENTE

PAG. 2 / 6