Estás en: EL FUTURO DE LA DESIGUALDAD

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Hasta aquí, la cuantificación de las desigualdades. Luego analiza sus causas. La Fig. 3 (datos de 2008 y para el conjunto de países ricos de la OCDE, durante los últimos 30 o 40 años) muestra las causas del aumento de la desigualdad (el debate sin fin, lo llama el conferenciante).

En ella se ve que el coeficiente Gini ha crecido hasta superar el valor 0,5. Ese incremento es debido, casi por igual, al hecho de la globalización (comercio e inmigración) y a las aplicaciones de la tecnología (cultivo de las especializaciones y de la escolarización). Hay asimismo otros factores que han influido para disminuirlo: la demografía y algunas políticas.

Añade el conferenciante que si la Fig. 3 se refiriera exclusivamente a los EE.UU mostraría un coeficiente G de prácticamente la unidad: tal ha sido últimamente el crecimiento de la desigualdad en ese país.

El profesor Williamson se plantea ahora el futuro.

Si la inmigración sigue creciendo, aumentará la desigualdad ya que los inmigrantes constituyen una mano de obra no especializada que competirá con la mano de obra local, también no especializada, llevando a la baja los salarios de todos los no especializados.

No es probable que ocurra esto porque los inmigrantes ya se han percatado de que los países de destino han dejado de ser los paraísos que fueron.

El comercio intensivo, el otro gran pilar de la globalización, parece que ha tocado techo y no crecerá demasiado, pero si continuara creciendo, seguiría contribuyendo a aumentar la desigualdad en contra de lo que siempre se creyó:

La mano de obra no cualificada de un país rico dentro de la OCDE es desplazada por la importación de productos, bien de países pobres con abundante mano de obra no cualificada, o de otros países ricos en los que incluso esa mano de obra no especializada está sustituida por prácticas de producción muy avanzadas tecnológicamente, cosa que se da, p.e, en el comercio de cereales.

La contribución al aumento de la desigualdad que genera el cambio tecnológico es algo menor, pero casi igual a la que induce la globalización: Las nuevas tecnologías requieren nuevas especialidades en las personas, y un grado de escolarización más alto. La extensa capa de la población que no pueda cumplir estos requisitos, quedará desplazada.

La tercera contribución que aparece en la Fig.3 se refiere a otros factores que, en este caso, tienden a disminuir la desigualdad: fundamentalmente se trata de la evolución demográfica que en los países ricos viene entrando en su fase de transición (hacia la estabilidad).

El profesor Williamson resume en cuatro puntos su visión de futuro de la desigualdad:

1-     La inmigración en los EE.UU y UE seguirá disminuyendo: su mercado de trabajo está cada vez más contraído y ello favorecerá la igualdad.

2-     La transición demográfica en los países de la OCDE prácticamente se ha conseguido (es decir, se ha llegado a una situación de estabilidad demográfica) de manera que el crecimiento de la población ya no será un caldo de cultivo para la desigualdad: hoy los adultos jóvenes son más escasos y se cotizan más, con lo cual se reduce la desigualdad.

3-     Hay razones para creer que la explosión globalizadora se ha terminado una vez eliminadas las barreras comerciales. Además, las tasas de crecimiento en los países ricos están disminuyendo, así que se reducirá la demanda de todo, incluso de importaciones y exportaciones. Esta disminución implica disminución de las desigualdades.

4-     Especialización y estudios.

Hace falta que se ralentice esta creciente exigencia para dar lugar a que se pueda brindar una oferta adecuada. Para que esta oferta alcance a la demanda, habrá de intensificarse la oferta privada, pero también la pública, a fin de que los hijos de las familias más desfavorecidas no se queden al margen. Con todo ello se reducirá la desigualdad.

Resumiendo el resumen:

El profesor Williamson espera en el futuro menos desigualdad. Profundización en una enseñanza más equitativa. Menos inmigrantes. Desaparición del boom comercial y un progreso técnico menos rampante.

Ahora voy a hacer mis propios comentarios a tenor de mis propias preocupaciones tal como las dejé escritas en mi conferencia del 4-12-09 en el Ateneo de Madrid.

- Para que no se escandalice ningún neoliberal he de decir que no soy partidario de la perfecta igualdad: hay que dar incentivos a la iniciativa personal y al mismo tiempo hay que proteger a los carentes, por naturaleza, de iniciativa alguna. Para eso debe haber una justa política fiscal.

- Cuando el profesor Williamson habla de la “greedy elite” se está refiriendo a lo mismo que yo copio del libro de Meadows (Los límites del crecimiento 30 años después): … Vemos muy pocos datos del mundo real que indiquen que las poblaciones o países más ricos vayan a perder jamás el interés por volverse más ricos

No quiere ello decir que Meadows y Williamson estén de acuerdo en todo. El primero es de alcance mucho más ambicioso (al cual me apunto), es un sistemista, mientras que el segundo es un economista. Me pregunto si no se habrán planteado un contacto entre los vecinos de Boston, es decir, los economistas de Harvard y los sistemistas del MIT herederos de Forrester. La participación de economistas en el nuevo paradigma también es cosa que planteé en la referida conferencia.

- La desigualdad que trata Williamson no es la misma a la que yo me refiero. Él la limita a la interna de los países individuales de la OCDE o, a lo sumo, a su conjunto. Yo, en cambio, de la mano de Meadows estoy pensando siempre en la relación entre todos los países pobres y todos los países ricos de la tierra.

- En este sentido, el que Williamson haya medido, p.e, que en los EE.UU se ha alcanzado prácticamente el valor 1 para el coeficiente Gini de desigualdad parece querer expresar que muchos norteamericanos tienen un yate de 12 metros mientras que la inmensa mayoría de los “desheredados” no lo tienen: desigualdad flagrante pero, habrá que preguntarse, ¿qué necesidad tienen los unos y los otros de poseer un yate de 12 metros? (naturalmente, estoy caricaturizando la cosa para entenderla mejor).

- Claro que, es bastante probable que esos yates de élite se hayan obtenido mediante un elevado coeficiente de extracción, es decir, mediante el “aflojamiento de la cadena de Lorenz” por parte de la greedy elite a costa de exprimir a los pobres de algún sitio (y a lo mejor, no precisamente de los EE.UU).

- En la misma línea me expresaba en otra ocasión cuando decía que … El primer efecto que se seguiría es el de evitar que el tercer mundo venga a ayudar al primero en su empeño de crecer, recibiendo a cambio como pago el contagio del mismo afán por crecer… en vez de ponerles agua potable en sus países de origen. Pero es que, claro, con ello ganamos nuevos consumistas que a su vez contagiarán a sus paisanos en beneficio de los países ricos de la OCDE.

- El planteamiento de la inmigración que hace Williamson es el típico entre economistas; su fin último es el beneficio del país receptor rico que así recibe una ayuda para poder seguir creciendo. La desigualdad que esta situación crea tendría fácil solución si el país rico renunciara a crecer innecesariamente y dedicara ese mismo esfuerzo en propiciar el elemental y necesario crecimiento en el país emisor de emigrantes. Es la práctica de los vasos comunicantes que también resaltaba en mi conferencia.

- El libre comercio como panacea para resolver las desigualdades, tal como es preconizado por los neoliberales, está adecuadamente objetado por Williamson. Sólo cabe la reserva ya apuntada antes de que, si el comercio global tiene malas consecuencias en sentido de desigualdad dentro de un país rico de la OCDE, tiene consecuencias pésimas en los países pobres si pensamos en la desigualdad que produce en ellos al compararlos con los países ricos. Ya lo señalábamos en la conferencia aludida antes.

- La especialización y el estudio. Aquellos vasos comunicantes habrán de plantearse, esencialmente, en términos de transferencia de tecnología y desarrollo de los estudios. Y ello será compatible con el hecho de que los países receptores del tercer mundo no tengan que pasar por todas las fases previas que han vivido los países adelantados, aunque los estudios en aquellos se diseñarán de tal manera que no dejen lagunas de conocimiento.

- Por último, cuando Williamson afirma que en la OCDE ya se ha conseguido la transición demográfica (ojalá, porque esta condición es imprescindible en el Nuevo Paradigma, tanto para los países ricos como para los pobres -y sobre todo para estos-), olvida que la inmigración ha dejado en los países receptores la semilla del crecimiento demográfico que ha de tener sus inexorables consecuencias.


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