QUIÉN hay detrás

QUÉ hay detrás

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Me contaba mi buen amigo Miguel Sanmartín que estando una vez en Argentina y, en contacto con los lugareños, se le abrían de par en par las puertas de todos los sitios simplemente por la evocación de su apellido (el mismo del libertador).

<Forastero de paso, yo traté de conjuntarlos buscándoles concomitancias. Los hallé unidos en el ejercicio frecuente de la quejumbre. Y se psicoanalizan incesantes y prolijos, con vocabulario que gira en torno a un eje de resignación y derrotismo, incluso de humillado complejo de superioridad …. Su labia verbosa y el mítico y ya antiguo gol de Maradona, que en breves rachas acaricia el orgullo pero no da de comer.>

Los españoles no tenemos que envidiar a los argentinos. También tenemos el gol de Zarra a la pérfida Albión.


En materia de psicoanálisis, nadie como el humorista hispano argentino Quino (su padre era de Fuengirola) ha retratado tan bien a sus paisanos. Recuerdo su viñeta: consulta del psicoanalista; el paciente tendido en el clásico diván mirando a su pared de enfrente. El psicoanalista, sentado a la cabecera de su cliente y con el block de notas en la mano, le dice: usted piense en cualquier cosa, en lo primero que se le ocurra, y luego me cuenta. Toda la gran pared de enfrente estaba cubierta por un gran mural mostrando a la muy joven y atractiva Brigite Bardot destapada.


Lo del incesante psicoanálisis giratorio recuerda lo que me ha pasado hace unos días. Cuando yo estudiaba geometría proyectiva o límites, en álgebra, tenía algunas cosas claras que después me han resultado de utilidad: un punto del infinito es una dirección; la recta del infinito es la compuesta por todos los puntos del infinito; es como la línea del horizonte que no se alcanza nunca cuando viajas en coche; en cuestión de límites se sabía que había infinitos de orden superior.


Pues resulta que el otro día, intentando resolver una ecuación un tanto rarita di con una solución como la de la cuenta de la vieja. Indago en Internet y tropiezo con un matemático argentino (PhD) que a su vez inspira la solución a otro matemático español; éste se apoya en el matemático checo Bolzano (1781 - 1848) y en las teorías de este último sobre el infinito. Para aclararme, regreso al matemático argentino que apoyando a Bolzano, se desenvuelve en un montón de páginas divagando sobre que el infinito matemático no es lo mismo que el sociológico … Al final de la larga divagación argentina me retiro, como perdiz mareada, y consigo llegar donde la vieja.


Nuestro autor profundiza en la grieta utilizando ahora la materia del psicoanálisis. Pero sin reparar, según veo, en lo enrevesados que son los argentinos. Se limita a decir:

O sos de Freud o sos de Lacan.

Como se sabe, Freud (1856-1939) tuvo un éxito rotundo en Argentina: su obra prendió como fuego en una montonera de hojas secas. Todo el mundo se convirtió en un psicoanalista freudiano. Pero llegó el psicoanalista francés J. Lacan (1901-1981) y, según parece, dividió a la afición psico argentina. Digo según parece, porque en 1979, estando en Caracas (no sé si camino de Argentina, tal vez), Lacan proclamó:

Vengo aquí a impulsar mi causa freudiana. Como ven, me interesa ese adjetivo. Es asunto de ustedes ser lacanianos si lo desean. Yo soy freudiano.

Continúa nuestro autor, esta vez apoyándose en una de las mentes argentinas más lúcidas. Dice:

Veo a los argentinos desfavorablemente situados en la disposición parcelaria del planeta. A Borges le preguntaron, a su regreso de un viaje por Europa cómo se veía a Argentina desde el viejo continente. Lejos, espetó lacónico, con su ironía demoledora de costumbre.

¡Y tanto!. Buenos Aires es la capital de un estado, entre todos los del mundo, que está más cercana al Polo Sur, con la excepción de otras dos. Montevideo le gana por muy poco, y Wellington, que es la campeona; en Nueva Zelanda, esta última lleva el nombre del vencedor de Napoleón en los Arapiles (Salamanca) y en Waterloo (Bélgica). Aunque parezca raro, Ciudad del Cabo (África del Sur, queda en cuarto lugar).

Yo les sugerí a unos cuantos argentinos que solicitasen el ingreso de su país en la Unión Europea. Columbré en su gesto que la opción les resultaba deseable … También les propuse cambiar los enchufes, cuyos orificios semejan dos cejas tristes. Sospecho que las tales ranuras transmiten pena a la electricidad