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La consecuencia inmediata fue la guerra de Sucesión que condujo al fracaso a los catalanes que optaron por apoyar a los perdedores, los austriacos. El resto de España, en cambió optó por la Casa de Borbón que, vencedora, entronizó como rey a Felipe V, al que sigue, por orden numérico Felipe VI, nuestro rey que, lo único que tuvo que hacer para serlo es cambiar de mano el palo de Felipe IV.


La víctima más conocida de toda esta historia es Puigdemont que, como consecuencia de su derrota ha tenido que exilarse en Berlín, no sé si pensando que sigue siendo la capital de Austria (lo fue con los nazis). Los españoles deseamos fervientemente que vuelva cuanto antes a España para poderse reunir con sus amigos en cualquier sitio; en Estremeras, por ejemplo.


Darwin, que entendía bastante de genética estuvo preocupado por los posibles problemas que pudieran darse en su matrimonio por razones de consanguinidad. Tuvo suerte, porque de los 10 hijos habidos ninguno resultó afectado si bien tres de ellos murieron prematuramente. Él era un padre muy amante de sus hijos y la muerte de su hija Ana le hizo padecer mucho, al extremo de perder la fe.


El matrimonio se llevaba muy bien. De forma tolerante sobrellevaban sus discrepancias en materia religiosa. Ella era muy creyente y él se declaraba agnóstico, aunque era muy comprensivo con todo creyente. Cuando él murió ella sufrió muchísimo pensando que no iban a verse en la otra vida.


La Iglesia Católica no ve a los agnósticos con buenos ojos: les pide que se quiten la privativa a de su palabra añadiendo: si quieren ustedes ser gnósticos de Dios y sus cosas, no tienen más que ajustarse a la Sagrada Biblia (según el magisterio de la Iglesia) y verán como sí pueden conocer.


En el mismo libro de los ombligos del paraíso toca MG el tema de la segunda venida de Cristo que,  según Mateo 24, consta de 48 versículos agrupados en nueve bloques cuyos títulos son:



1- Profecía sobre la destrucción del templo.

2- Tiempos de angustia.

3- La persecución contra el Evangelio.

4- La desolación de Judea.

5- La tribulación suprema.

6- La venida del Hijo del hombre.

7- La parábola de la higuera.

8- Incertidumbre del juicio.

9- Necesidad de velar.


Mi Biblia BAC 1958, prologada encomiásticamente por el Nuncio de SS en España y encabezada por la Encíclica de Pio XII titulada Sobre el promover oportunamente los estudios de la Sagrada Biblia, termina su prólogo evocando a san Alberto Magno, con estas palabras:

“Aprende a conocer el corazón de Dios en las palabras de Dios, para que con más ardor aspires a las cosas eternas”.

En el bloque 1 leemos:

Él les dijo [Jesús a sus discípulos]: ¿Veis todo esto? En verdad os digo que no quedará aquí piedra sobre piedra; todo será destruido.

Dinos cuándo será todo esto [unos discípulos a Jesús] y cual será la señal de tu venida y de la consumación del mundo.

En el bloque 7 dice:

En verdad os digo [Jesús a sus discípulos] que no pasará esta generación antes que todo esto suceda.

Y en el 8:

De aquel día y de aquella hora nadie sabe, ni los ángeles del cielo ni el Hijo, sino sólo el Padre.

¿Cómo resuelve este lío el hermeneuta de mi Biblia para asegurar que san Alberto Magno tenía razón? Porque la verdad es que ya ha habido demasiados suicidios colectivos, peregrinaciones a ovnis para acudir al encuentro y cien fantasías más, todas preparatorias de la segunda venida de Cristo.


Veamos los comentarios hermenéuticos a los correspondientes versículos.


En el bloque 3, v. 14, leemos:

Será predicado este evangelio del reino en todo el mundo, testimonio para todas las naciones, y entonces vendrá el fin.

Comentario del hermeneuta:

Es una prueba de que el fin de las cosas no está cercano, puesto que antes de esto el Evangelio debe llegar a noticia de todos los pueblos.

Bueno, entonces habrá que estar pendiente de que alguna oficina del Vaticano publique cuándo el Evangelio ha llegado a noticia de todos los pueblos para no  coger en balde el primer ovni que pase.


Lo dicho en el bloque 7 es interpretado así:

Se cumplió este vaticinio en el año 70 cuando Jerusalén fue arruinada por los romanos.

Lo dicho en el bloque 8 se interpreta así:

La venida de Jesús al fin de los tiempos será repentina … Insiste el Señor sobre su incertidumbre, porque sabía cuánta era la curiosidad humana por averiguar la venida de este día y las ansiedades que podría causar esta curiosidad.

Es un secreto del Padre, el cual ni a los ángeles ni al mismo hijo lo ha comunicado para que lo anuncien a los hombres. No es que los ángeles, y menos el Hijo lo ignoren; pero como mensajeros divinos, encargados de dar a conocer la voluntad de Dios, lo desconozcan absolutamente.

Bueno, hay que pensar que el hermeneuta sabe todo esto de buena tinta aunque no revele su fuente, por que si no, no lo diría.


Veamos lo que ocurre con el bloque 6, v. 29:

… después de la tribulación de aquellos días se oscurecerá el sol y la luna no dará su luz, y las estrellas caerán del cielo, y las columnas del cielo se conmoverán. Entonces aparecerá el estandarte del hijo del hombre en el cielo …

Todo esto son figuras para anunciar la grandeza de la majestad con que vendrá el Hijo del hombre a juzgar al mundo.

Figuras de la liturgia celestial tan querida del Papa Benedicto XVI. No puedo evitar el recuerdo de los efectos especiales que aquel Papa presidió en Cuatro Vientos con la extraordinaria custodia de Arfe desmontada en dos módulos que juntos sumaban 5.600 piezas unidas con 12.500 tornillos.


No sé si con todo esto y con la buena voluntad de san Alberto Magno y de mi hermeneuta, el agnóstico ya conoce el corazón de Dios en las palabras de Dios.


Algunas citas de Darwin o sobre él. La siguiente es de Gould:

Darwin no utilizó la evolución para promocionar el ateísmo ni para sostener que el concepto de Dios jamás podrá encajar en la estructura de la naturaleza… Darwin se negó a declarar que el hecho de la evolución implica la no existencia de Dios.

De una carta de Darwin al botánico Asa Gray:

Tiendo a considerar que todo es el resultado de leyes diseñadas, y que los detalles, ya fueran buenos o malos, se dejaron en manos de lo que podríamos llamar azar. No es que esta idea me satisfaga en absoluto. Tengo la íntima sensación de que todo este tema es demasiado profundo para el intelecto humano. Es como si un perro especulara sobre la mente de Newton.

De otra carta de Darwin (1879):

Para mí, el principal argumento de la existencia de Dios es la imposibilidad de concebir que este grandioso y maravillosos universo, con nuestras personalidades conscientes, surgiera por casualidad, pero nunca he sido capaz de decidir si este argumento tiene algún valor. Me doy cuenta de que si admitimos una primera causa, la mente aún sigue preguntándose de dónde surgió y cómo surgió.

De otra carta de Darwin (1876):

Cuando estaba a bordo del Beagle era muy ortodoxo, pero entre 1836 y 1839 había llegado a considerar que el Antiguo Testamento no merecía más confianza que los libros sagrados de los hindúes. Constantemente me venía a la cabeza una pregunta que se negaba a desaparecer: ¿es creíble que si Dios les hiciera ahora una revelación a los hindúes, permitiera que ésta siguiera ligada a la creencia en Visnú, Siva, etc., como está el cristianismo ligado al Antiguo Testamento? A mí, eso me parecía totalmente increíble.

… a base de reflexiones como éstas que a mí me influían, poco a poco fui dejando de creer en el cristianismo como revelación divina.


No parece que haya más intención en la variabilidad de los seres orgánicos y en la acción de la selección natural que en la dirección en que sopla el viento.

Antes hablaba Darwin del azar como gobernador de los detalles, pero uno ya duda de si la dirección del viento es un detalle o es objeto de una ley diseñada, una vez que la chica del tiempo nos ilustra cada día con la ruta que siguen los centros de las altas y las bajas presiones. Es decir, ¿dónde está la frontera entre lo que es un detalle y lo que no?


Volviendo al viento, ¿a cual de los muchos se refiere Darwin? ¿a los que tienen nombre (el cierzo, el solano, la tramontana …)? Porque Darwin no conoció los satélites meteorológicos. O ¿pensaba en el vientecillo ese que mece al atardecer las hojas del árbol que hay frente a mi ventana?


Y ¿qué decir de la oficina que no aparece por ningún sitio donde se asegura que la ocurrencia de nacimientos masculinos y femeninos resulte al 50 % aprox. hasta que el sol deje de calentar?


O ¿Es que el azar se rige por otras leyes diseñadas que desconocemos? Porque la estadística no resuelve lo de la oficina esa a la que me acabo de referir; se limita a dar fe notarial de lo que sucede.

En la actualidad, el argumento más habitual a favor de la existencia de un Dios inteligente se basa en la profunda convicción interior y en los sentimientos que experimenta la mayoría de las personas.

De acuerdo. Y yo añadiría que precisamente esa convicción es aprovechada por todos los fundadores de religiones que se esmeran en asegurar a esa mayoría de personas que el Dios que sienten y en que piensan es justamente el Dios que su religión preconiza.

El misterio del principio de todas las cosas es insoluble para nosotros; y yo, por lo menos, me conformo con seguir siendo agnóstico.

Spencer pensaba que la incapacidad para conocer a Dios demostraba que la revelación era imprescindible para suplir las deficiencias de nuestra mente. Supongo que no se refería a una revelación divina como la asociada a Visnú, Siva, etc., al Antiguo Testamento o al cristianismo (ver más arriba el pensamiento de Darwin).