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QUIÉN hay detrás
QUÉ hay detrás
Levantan el campamento y, al marchar, ordenan a todos que vayan delante; sólos quedarán atrás ellos con sus mujeres para solazarse a gusto con ellas, dicen. Entonces:
Todos eran idos ellos cuatro solos son:
Bien lo creades, don Elvira e doña Sol,
aquí seredes escarnidas en estos fieros montes.
Oy nos partiremos e dexadas seredes de nós,
non abredes part en tierras de Carrión.
Irán aquestos mandados al Çid Campeador, (noticias)
nos vengaremos por aquésta la del león (elipsis: la deshonra)
Les quitan las ropas dejándolas en camisa y sedas finas; se ensañan con ellas azotándolas con cinchas corredizas y espuelas hasta que corre la sangre y las dejan abandonadas sin conocimiento, dándolas por muertas. Antes habían suplicado en vano las mujeres:
Por dios vos rogamos, don Diego e Don Fernando!
dos espadas tenedes fuertes e taiadores,
al una dizen Colada e al otra Tizón,
cortandos las cabeças mártires seremos nós.
Moros e cristianos departirán d’esta rrazón, (todo el mundo hablará de este trance)
que por lo que nós merecemos no lo prendemos nós.
Atan malos exiemplos non fagades sobre nós.
Es decir, preferirían ser decapitadas con espadas nobles, como corresponde a su rango, a ser azotadas como esclavas: No nos inflijáis tan mal trato!
Mientras esto sucedía, la comitiva avanzaba encabezada por el primo de las víctimas, Félez Muñoz. Los de Carrión la siguen alardeando de su venganza y llevándose lo poco de valor que quedaba en el lugar, mantos y armiños. Pero oigamos lo que nos dice el poeta:
Mas yo vos diré d’aquel Félez Muñoz:
mandáronle ir delante, mas de su grado non fue.
En la carrera dó iba doliól’ el coraçon, (le dio la corazonada)
de todos los otros aparte se salió,
en un monte espeso Félez Muñoz se metió
fasta que viesse venir sus primas amas a dos
o qué han fecho los ifantes de Carrión.
Violos venir e oyó una rrazón, (oyó lo que decían)
ellos nol’ vyén ni dend sabién rraçión; (ni lo vieron, ni sabían nada de lo que hacía)
sabet bien que si ellos le viessen non escapara de muert.
Vanse los ifantes, aguijan a espolón;
por el rastro tornós’ Félez Muñoz,
falló sus primas amorteçidas amas a dos.
Las reanima y urge un esfuerzo de colaboración para su propia supervivencia. Le acucian dos circunstancias muy graves y perentorias para salir de allí: Cuando los infantes lo echen de menos irán en su busca y terminarán con los tres; por añadidura, si se les echa la noche encima quedarán a merced de las abundantes fieras del campo que por el lugar merodean.
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