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QUIÉN hay detrás

QUÉ hay detrás

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La respuesta se presta a todo tipo de consideraciones puesto que el poema da por zanjado el asunto. Unos críticos no dan al lance de las arcas mayor importancia por considerar que se trata de una ficción, una especie de lo que hoy llamaríamos leyenda urbana que ya por entonces se transmitía de boca en boca. Otros, en cambio, toman el asunto muy en serio y piensan que aquella respuesta dio plena satisfacción a los prestamistas, o que, por el contrario, el Cid pudo acogerse a una bula papal que libraba a los cristianos del pago de deudas contraídas con judíos: algo semejante a lo que resultaba de la Carta Magna inglesa de 1215.


Pero Bermúdez es enviado por el Cid desde Valencia para recibir a Dª Jimena. En el camino, y de paso por Molina de Aragón, se hará acompañar por Avengalvón, gobernador moro amigo del Cid, que se unirá con aquel hasta Medina.


En la tirada 83 leemos sobre la llegada de la comitiva procedente del norte:


    félos en Medina            las dueñas e Álvar Fáñez

    .........................

    E en Medina          todo el recabdo está


Y ya en la tirada 84, el encuentro con los de Valencia:


    vayamos posar,           ca la çena es adobada.

    Dixo Avengalvón:             "plazme d’esta presentaja:

    antes d’este terçer día            vos la daré doblada."

    Entraron en Medina          sirvíalos Minaya,

    todos fueron alegres          del çerviçio que tomaran,

    el portero del rey          quitarlo mandava,

    ondrado es mio Çid          en Valençia dó estava

    de tan grand conducho          commo en Medínal’ sacaran;

    el rrey pagó todo          e quito se va Minaya.

    Passada es la noche          venida es la mañana

    oída es la missa          e luego cavalgavan;

    salieron de Medina          e Salón passavan,


..............................


Es decir, van a descansar y cenar todos a Medinaceli, de lo cual se complace el moro que se compromete a emular la hospitalidad en su feudo de Molina de Aragón. Al Cid le salió gratis porque todo se pagó por cuenta del Rey: así de satisfecho estaba éste con los presentes de aquel. El poeta resalta aquí la presencia simbólica del Cid que estando en Valencia se sintió honrado con el banquete que ofrecieron en su nombre (en Medínal’ sacaran).


Por fin abandonan Castilla atravesando el Jalón (Salón passavan). Dejan atrás a Medina, el lugar estratégico del reino cristiano frente a los moros de Zaragoza y Valencia.


Por fin retornamos a San Esteban de Gormaz, el lugar que dio a conocer la afrenta de Corpes. Así, sin pretenderlo, vamos a ir dejando constancia de lo más significativo del Cantar del Cid dividido como está en tres cantos: el destierro, las bodas y la afrenta de Corpes.


Ya destaqué antes la inteligencia del Cid. Aparte de cómo la aplicaba a sus acciones militares, tenía un olfato especial para calibrar a las personas con quienes trataba. Los Infantes de Carrión nunca le cayeron bien. No obstante, siempre los respetó, antes y después de sus bodas, por el vasallaje que debía al Rey, convertido en valedor de sus yernos. Es más, nunca perdió la esperanza, en contra de los de su entorno, de que algún día pudieran rehabilitarse como hombres valientes y de fiar. Claro, hasta que se llegó al colmo.


Para valorar mejor la reacción del Cid con ocasión de la posterior desgracia de sus hijas, hay que resaltar lo entrañable que era, aún inmerso en el océano de brutalidad medieval en que vivía (él mismo había matado a su suegro antes de serlo). Cuando el cortejo familiar llego a Valencia:


    A la madre e a las fijas          bien las abraçava,

    del gozo que avién          de los sos ojos lloraban.                     (pleonasmo intensivo)

    ..............................

    vós, querida mugier          e ondrada

    e amas mis fijas,           mi coraçon e mi alma


El Cid envía con Minaya la tercera dádiva al Rey después de derrotar en Valencia al rey Yusuf de Marruecos (tirada 96). Los emisarios encuentran al Rey, con los Infantes de Carrión, en Valladolid.


Veamos lo que nos dice el poeta, a propósito de estos testigos de primera mano, de la imparable ascensión del Cid (tirada 101):



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