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LO SOCIAL

Es El Buscón un retablo maravilloso en el que se prodigan sin cuento pinceladas que se refieren a la inserción del hombre en una determinada sociedad. Y no nos queremos referir a una sociedad concreta más o menos cerrada; están lo que pudiéramos llamar los universales de lo social, luego lo que hace al español como tal, después al hombre de su tiempo, etc. Vamos a fijarnos precisamente en aquellas pinceladas que más nos han llamado la atención.

… ganaba la palmatoria los más días por venir antes, e íbame el postrero por hacer algunos recados de señora …

A los españoles no nos gusta hablar de esto porque nos hemos creado ya nuestra imagen nacional, hacia el exterior, especialmente: el español es por definición altivo y orgulloso … pero tiene, desgraciadamente, una componente de servilismo en todos los estratos sociales que a Quevedo no le pasó desadvertida.


Por lo excepcional que es, voy a contar un sucedido auténtico a propósito de algunos recados de señora. La fábrica estaba a las afueras de la ciudad y nosotros vivíamos en una colonia pegada a ella que tenía un minibús como servicio especial de transporte regular. Un día, la mujer del director encargó al chofer que le comprara unos hilos en la mercería. A la vuelta se produjo entre ambos el siguiente y breve diálogo:

–¿Cuánto ha sido?

–22 euros: 2 de los hilos y 20 que he dado a uno para que fuera a comprarlos.

… que me dijese si me había concebido a escote entre muchos o era hijo de mi padre …

He aquí el tremendo problema de la certeza de una paternidad, tan español, pero tan universal al mismo tiempo: la fuerza del airado insulto ¡bastardo!, de continuo uso en inglés, es buena prueba de ello.

… aunque no sabía escribir bien, para mi intento de ser caballero, lo que se requería era escribir mal …

Tal vez nos ocurre que, fascinados por la cultura de nuestro Siglo de Oro (de la cual Quevedo era, sin duda, un monstruo) otorguemos a la clase social de los caballeros de entonces, por extensión, una credencial de sabiduría y cultura desmentida por la realidad.

          Esto me da pie a recordar algo de mis tiempos en Inglaterra.  Total, no estaban demasiado lejos los del final de la 2ª Guerra mundial en los que había muchos americanos pululando por el Reino Unido como consecuencia de la presencia del Ejército norteamericano. Sabido es el complejo de superior caballerosidad de los ingleses, y el cliché que estos tienen de los americanos como de “a la pata la llana”. Así se reflejaba ello en este fino y muy inglés chiste:

     “En un hotel un americano pregunta a un inglés por el servicio. Éste, muy cortés, le responde: siga hasta el fondo del pasillo y a la derecha verá una puerta con un letrero que dice CABALLEROS. Usted no se preocupe y entre.”

… Determinó, pues, D. Alonso de poner a su hijo en pupilaje: lo uno, por apartarle de su regalo, y lo otro, por ahorrar de cuidado.

Exactamente igual que hace hoy la gente adinerada de cualquier lugar. Véase lo que acabo de escribir sobre Astrana Marín.


Toda la obra está salpicada, como es natural, de la picaresca ya festiva, ya dramática que se relaciona con estudiantes, presos, truhanes, etc. Se ve cómo en algunas cosas bien poco han cambiado los tiempos: las novatadas de los Colegios Mayores, los exámenes de cabo en el campamento de la Milicia, el robo de ceniceros como recuerdo, los ladrones del tirón, los autorraptos o la distribución de los gánsteres en zonas de influencia … Todo eso estaba ya en El Buscón.


Sin embargo, se echa de ver ahora un mayor respeto hacia la persona: Hoy, por ejemplo, son inconcebibles bromas entre iguales consistentes en escupir a alguien o hacerle cosas más afrentosas aún; se diría que sí ha habido un progreso en la humanidad. Como contrapunto hoy tenemos terroristas que no había entonces, encargados de dejar bien alto el estandarte de la maldad mediante el sometimiento de las personas a atroces sevicias. Pero esto ya no son bromas.

… no obligaba a restitución porque el ama confesaba y comulgaba de ocho en ocho días y nunca le vi rastro de imaginación de volver nada ni hacer escrúpulo …

Exactamente igual que ocurre hoy en día con tanto cristiano sociológico que puede incluso pasar por la cárcel y salir de ella sin devolver un chavo de lo que ha robado. En esta misma línea, la cita que sigue, podría haber sido la inspiradora de un chiste de Mingote a raíz del cambio litúrgico desde el latín a la lengua vernácula. Decía la señora prepotente: “desde que la misa ya no se dice en latín, no me entero de nada”. La cita de El Buscón reza así: