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Pgs. 1   2     

El terreno había de ser llano y estar anegado adecuadamente para que las plantas germinaran de forma natural. Los blíster debían reunir, imprescindiblemente, estas condiciones: su material sería soluble en el agua y no contaminante; debía disolverse en el tiempo necesario para que, una vez retirado el tractor de la parcela, el agua hubiera quedado limpia y tranquila. El alojamiento de los granos de semilla en el blíster debía poder contener también el acompañamiento necesario: abono y cualquier otro complemento necesario para el cultivo (insecticidas, plaguicidas, etc.).


Como se ve, la idea requería un desarrollo por parte de las industrias química, farmacéutica y de la industria agro mecánica que yo siempre imaginé viable aunque en la práctica nunca prosperó debido al poco tiempo de que dispuse.


Entretanto había surgido con fuerza un nuevo foco arrocero en España: El de las Marismas del Guadalquivir que absorbía los esfuerzos de todo el mundo. En realidad, la cosa no era tan nueva porque aquella explotación ya había comenzado en los años veinte. Lo que se veía en los sesenta era una actividad bulliciosa, creciente e imparable que se desarrollaba en ambas márgenes del Guadalquivir: en la derecha, Coria del Rio, la puebla del Río, la Isla Mayor con los poblados Alfonso XIII, El Puntal (Villafranco del Guadalquivir, con el Instituto Nacional de Colonización, que fue el dinamizante de la zona). En la margen izquierda, particularmente Los Palacios y Las Cabezas de san Juan.


Aquello se parecía mucho a La conquista del Oeste, con forasteros y todo. Los forasteros eran principalmente valencianos, que entendían del asunto: braceros y emprendedores. De entre estos últimos siempre oí mencionar a Puchades, el que fuera famoso mediocampista del Valencia CF y de la Selección Nacional de fútbol. No he podido confirmar su participación en aquella movida, pero la encuentro verosímil ya que el futbolista había sido siempre arrocero en Sueca, su pueblo, por familia y por haber seguido con su vocación de labrador después de colgar las botas de fútbol.


La cosa no era para menos. La densidad de rendimientos por Ha que en aquellos 1960 se daban en la España cerealista se cifraban en: 1.200 kg / Ha para secano; 3.000 en regadío (Grañén, Huesca); 6.000 para los arrozales valencianos y 11.000 para el arroz de las Marismas del Guadalquivir.


Esta desproporción tan abultada a favor de la Marisma no se debía a que, por su novedad, estuviera asociada con adelantos notables en el proceso agrícola-productivo. Los procedimientos eran los mismos que los seguidos en Valencia. La diferencia estribaba en que las tierras sevillanas estaban, prácticamente, en estado virgen, y las valencianas, no.


Fue entonces cuando tuve oportunidad de encontrarme con los hermanos Peralta. Y, ¿Qué saqué del encuentro? Pues la asombrosa noticia de que ellos estaban experimentando, ya entonces, con la siembra de arroz en sus predios de Isla Mayor, con avionetas.


No recuerdo más detalles pero, visto lo visto después, deduzco que lo primero que debían estar haciendo los Peralta entonces es poner de acuerdo con su idea a todos los propietarios de la Isla Mayor: los habría latifundistas y terratenientes de parcelas de todos los tamaños que debían agruparse en cooperativa porque las avionetas no entienden de parcelamientos. Lo lograron en Sevilla donde la siembra aérea es un éxito sobre las 9.600 Ha que en Isla Mayor se dedican al cultivo del arroz. No tengo información de que otro tanto ocurra en Valencia.


Por eso vuelvo a mi idea primitiva de la siembra directa con blíster. Siempre pensé, y veo que equivocadamente, que lograr plásticos que se disolvieran en el agua debía ser cosa sencilla. Yo tenía la experiencia de usar el polímero cola blanca como excelente pegamento pero que sí era soluble en agua.


Ahora, 60 años después veo que ya hay polímeros solubles en agua para fabricar bolsas sustitutivas de las clásicas de plástico no soluble y contaminante. Son de  alcohol vinílico que, efectivamente, es soluble, pero que no elimina su huella de carbono (ver huella ecológica de Wackernagel); su materia prima es el acetato de polivinilo procedente, a su vez, del petróleo crudo. Por eso hay firmas que en vez de usar esta ruta dicen partir del gas natural asociado al carbonato cálcico, con resultados no contaminantes. Quede en pie la idea por si acaso.



NOTA añadida a propósito del grano de los cereales.

Es muy conocida la historia del trigo sobre un tablero de ajedrez: El rey indio Shirham preguntó al gran visir Sissa ben Dahir qué recompensa quería como premio por haber inventado el juego del ajedrez. La respuesta:


“Majestad, sería muy feliz si me concediera un grano de trigo colocado en la primera casilla del tablero de ajedrez (20 = 1), y dos (21 = 2) colocados en la segunda casilla, y cuatro (22 = 4) granos de trigo colocados en la tercera, y ocho (23 = 8)granos de trigo colocados en la cuarta, y así sucesivamente para las 64 casillas”.


“¿Y es eso todo lo que quieres, Sissa? ¿Estás loco?” , gritó el rey asombrado.


Al rey le parecía escasa aquella pretensión. No sabía que se trataba de la suma de los términos de una progresión geométrica de razón r = 2, primer término a1 = 1 y n = 64 términos (los 8 * 8 = 64 escaques de un tablero de ajedrez).


La suma de los n términos de  una progresión geométrica es


Sn = a1 (1 – rn) / (1 - r)


Que en nuestro caso será


S64 = 1 (1 – 264) / (1 - 2) = 264 – 1  = 264 = 18, 5  * 10 18 granos de trigo.


Yo no sé cuánto pesa un grano de trigo pero tengo información de que uno de arroz pesa, por término medio 0,028 g = 0,028  10 – 6 Tm. Supondré, creo que sin mucho error, que ambos granos pesan lo mismo.


Todos los granos de trigo pesarán:


18, 5 * 10 18 * 0,028 * 10 – 6 = 0,5 * 10 12 Tm.


Vamos a suponer que transportamos todo el trigo en camiones de 38 Tm de carga útil y longitud 17 m. (17 10-3 Km). Camiones necesarios:


0,5 * 10 12 / 38 = 1,3 * 10 10 camiones


La fila de camiones medirá

1,3 * 10 10 * 17 * 10-3 = 22 * 10 7 Km.


Como la circunferencia de la tierra es de 40.000 (4 * 10 4) Km, resulta que la fila de camiones cargados daría


22 * 10 7 / (4 * 104) = 5.500 vueltas a la tierra.

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AÑADIDO final


Llegado aquí encuentro que, entre mis pertenencias, conservo un cenicero de plata con una cosechadora grabada en cobre en su centro, que fue regalo de la Compañía cuando terminé el rediseño de la cosechadora de cereales sobre la que trabajamos esforzadamente durante unos años: La que en 1967 se llamó M – 77.


Aparte de venderse en España, se distribuyó también en Francia, Italia y Bélgica. En Valencia y en las Marismas del Guadalquivir, con rodadura de orugas, se empleó profusamente en sus arrozales.


El grabado que se muestra da una idea precisa de toda su estructura, pero equipada con sus grandes neumáticos tractores.