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Cambiemos a otro de los rectángulos echados de menos.

Fig.18

Fig.19

La Fig. 19 está hecha con rectángulos dosporuno (Fig. 18), que ya se imaginan por qué los he llamado así. Sus 63º son realmente 63,4349º. En otro lugar digo que la tal figura es un balón para que jueguen al rugby los erizos, y eso tiene su explicación.

Pretendí seguir el proceso que publicó nuestro Boletín 104 Pajarita, de la AEP, con la firma de Ángel Saponaro (inspirado en Floral Globe de Tomoko Fuse).

Perdí la cuenta de los rectángulos utilizados pero el resultado es de 10 estrellas 3D, 8 penta y 2 tetra. Hasta donde mostraba el modelo daba la impresión de que iterando las fases se llegaría al globo (esférico, pensé). Me debí despistar porque el final fue distinto: el despiste condujo a que las dos tetraestrellas, situadas diametralmente en oposición, fueron las determinantes de la forma oblonga.

Y sigo mostrando el andamiaje. Los módulos son fáciles de conseguir, pero el montaje se hace endiablado a medida que crece la figura. Como yo empecé la construcción con papel blanco por una cara y escrito por la otra, el resultado era lamentable al hacerse visibles las caras vueltas. Al final decidí aplicar pintura al gusto que me pedía cada tipo de superficie.

Al pintar conseguí el efecto deseado, pero también el indeseable: resultaba muy difícil pintar con precisión, y a ese mal se añadía el que los rizos, al liberarse a su manera con la pintura fresca, lo embadurnaban todo.

No desfallecí: a obra seca, retoques de pintura que, para mi desgracia, reproducían los efectos secundarios de antes y que, a su vez, se añadían a los defectos papelarios de construcción.

La verdad es que el resultado no era precisamente admirable, pero entrañaba una cualidad valiosa: era una figura 3D que se podía perfeccionar. Con Photo Shop, naturalmente. Este programa sí es realmente admirable, pero sólo resulta útil si hay algo donde aplicarlo. Y yo tenía ese algo.

No tiene interés que cuente mis maniobras con Photo Shop que, a fin de cuentas, fueron mínimas, pero sí diré algo a favor de las construcciones previas, por imperfectas que puedan resultar.

Alguien puede pensar: Lo interesante es construir una figura de papel perfecta, porque para recurrir al artificio podíamos haber empezado por dibujar directamente el artificio. Y tendría toda la razón del mundo. Pero como uno se sabe limitado, se busca la vida como puede.

Dudo que, a pesar de las muchas sofisticaciones existentes, haya un programa tipo Autocad al que introduciendo los cincuenta y tantos rectángulos dosporuno y las consignas de ensamblaje (que, a ver cómo se especifican!), dé como resultado la Fig. 19.

Desde la Fig. 1 a la 14 (más la 18), todas las he dibujado en Autocad; las 15, 16, 17 y 19 son reproducciones fotográficas. En todos los casos suele haber retoques finales en Photo Shop y siempre he dispuesto de las correspondientes figuras construidas en papel o cartulina.

El disponer de esas figuras me resulta imprescindible a la hora de manejarme con los programas de ordenador. Ahora, por fin, he llegado a entender lo que oía decir a mi abuela cuando yo era niño: “¡Las apariencias engañan!”.

Autocad tiene recursos para resolver las caras vistas y ocultas de los volúmenes, pero si estos son de alguna complejidad, el resultado no se me ofrece evidente. Por eso prefiero ejercitar la vista contrastando la figura con lo que el dibujo de la pantalla me muestra.

Y ahí es donde tiene sentido lo de mi abuela: basta cerrar un ojo, el otro o ninguno, para que se trastoque el resultado; mi punto de vista sobre mi figura es difícil que coincida con el que establecí como universal para todo el proceso de dibujo; si hay un plano que casi resulta de canto, la duda y consiguiente tentación de mirarlo como desde abajo o como desde arriba, es grande.

Todo ello tiene consecuencias directas sobre el dibujo final que será o no creíble según el grado de acierto que haya tenido. Por todo ello me resulta fundamental hacerme comprobaciones cruzadas entre lo que tengo en pantalla y lo que observo sobre la figura. Es un ejercicio gimnástico de los ojos y del cerebro que, a ciertas edades resulta muy provechoso: Ojo avizor y cerebro activo.


PENTAGONÍAS, ALABISMOS Y OTRAS COSAS

En las Figs. 12, 13 y 14, la sección recta de todos sus elementos era un rombo hecho de dos triángulos equiláteros adosados; es decir, era un cuadrilátero con dos ángulos de 60º y otros dos de 120º y, consiguientemente, cada elemento era un prisma recto, de caras planas aunque cortadas de forma un tanto singular.

Intenté dar un paso más, aventurándome en una sección pentagonal, a ver qué pasaba. Lo que encontré fue que las caras habían dejado de ser planas para convertirse en alabeadas. La composición resultante era completamente distinta de la anterior.

He plasmado la distinción en algo que salta a la vista: el color. Cuando las caras eran planas me pude permitir colorearlas con tonos lisos para diferenciar las adyacentes (Autocad + PhotoShop). Esto ya no era posible con las caras alabeadas porque con ello se traiciona el juego de luces y sombreados de la matización original. Así pues, acudí a la fotografía y conservé el color tal como me lo dio la cámara. Lo muestran estas cinco figuras que siguen y que a mí me recuerdan maclas de cuarzo, a pesar de no estar cristalizadas  en el sistema exagonal:


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