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ARTETRECE

GEOMETRÍA CURVADA


Vamos a curvar las caras de un tetraedro regular cuyo desarrollo es el de la Fig. 1. Bajo ella se sitúa la Fig. 2 que es la misma Fig. 1 en la que se han sustituido, en la forma indicada, los lados de los triángulos por arcos de circunferencia de radio igual a su lado y centro en el vértice opuesto.

Fig. 1

Fig. 2

Todos los pliegues de la Fig. 2, aunque no se representen como tales, son en valle (es decir, los de las pestañitas y los tres de los lados curvos interiores). La hendidura para el plegado se puede hacer con un punzón o con la punta de la tijera tal como podría operarse con un bolígrafo: la idea es romper la fibra de la cartulina en su capa superficial. Luego, el plegado se consigue fácilmente con la ayuda de la uña del dedo pulgar en intervenciones sucesivas.


El resultado del plegado y posterior pegado de pestañas es que el triángulo curvo de la izquierda queda en el tetraedro curvado como cara cóncava y los otros tres como caras convexas.


Lo curioso de la figura final es que si construimos dos de ellas, resultan de perfecto, aunque parcial, acoplamiento superficial al pegar la cara cóncava de una con una de las convexas de la otra. Yo he hecho el ejercicio con tres tetraedros curvados con el resultado que se ve en las Figs. 3 y 4.

Fig. 3

Fig. 4

Estas figuras evocan el bienllevarse artísticamente  de escultura y arquitectura: tanto sirven como esculturas picassianas de un ratón o un perro asentados en el verde de un parque, que como maquetas para construir otro Guggenheim bilbaíno. En todo caso son expresión de la belleza que puede conjugarse con la asociación de unas superficies curvas en armonía.


Las maquetas, como digo, están hechas de cartulina, pero dan la pista al escultor para su propia materia definitiva. Me imagino ésta como caliza blanca de Colmenar (de Oreja), arenisca, chapa de acero corten sobre piedra, cemento blanco, granito pulido, etc.