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QUIÉN hay detrás

QUÉ hay detrás

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Pgs. 1    2     

El ejemplo de pensamiento lateral:


          "El caserío donde vivía dichosa aquella chiquilla hermosa llamada Soledad era el motivo de una querella permanente del padre de ella con un viejo feo, avaro y rijoso prestamista que exigía el reembolso de la deuda contraída por el hombre.


Al mismo tiempo, el prestamista puso sus ojos lujuriosos sobre la chiquilla cambiando de estrategia: estaba dispuesto a renunciar al pago a cambio de la chica, y así se lo propuso al padre. Muy hábil aquel, ofreció toda clase de facilidades para hacer atractiva su oferta que conduciría a lograr su propósito: Que la suerte decida, ofreció.


El caserío estaba junto al rio del valle de forma que por allí abundaban los cantos rodados, unos blancos y otros oscuros. Un día el prestamista se presentó con una pequeña bolsa y planteó: yo meteré en ella un canto oscuro y otro blanco; si su hija extrae al azar un canto oscuro, yo renuncio a exigir la deuda pero la chiquilla se casará conmigo. Si extrae el blanco no tendrá que casarse conmigo pero yo renunciaré también al pago.


Los dos hombres quedaron de acuerdo; la chica permaneció confusa pero no perdió la calma. Se procedió a materializar el trato; la chica observó que el viejo hizo trampa metiendo en la bolsa dos cantos oscuros; ella sacó uno de los cantos que, naturalmente, era oscuro y, con nerviosismo aparentemente natural lo dejo caer al suelo donde abundaban los cantos de todas las formas y colores.


¡Qué tonta y qué torpe soy al caérseme el canto de la mano! ¡Ahora no hay manera de saber el color que tenía! … Aunque, claro, podemos hacer una cosa: saquemos el canto que queda en la bolsa y sabremos por su color, el que tenía el primero que saqué: ¡ha de tener el color contrario!"

Así el padre canceló su deuda, la chica se libró del odioso pesado y éste se marchó corrido maldiciendo de su trampa. Lo contrario … , una clave del Pensamiento lateral.



Cuando indagué sobre el arquitecto Rafael de la Hoz para hacer el estudio al que he enlazado antes, me encontré con una muy agradable sorpresa: Tenía en Madrid dos obras muy especiales y, además, estaban firmadas por él y por Gerardo Olivares. Se trataba de la torre construida para la aseguradora Catalana Occidente en la glorieta de Castelar (paseo de la Castellana), y de la obra para el Museo Naval en el paseo del Prado ocupando un gran esquinazo del Ministerio de Marina.


Esta última me interesaba mucho, de forma que cuando daba cuenta de ella a mi nieto Gonzalo, éste me interrumpió: Sí, algo parecido a lo del esquinazo nuevo del Banco de España…

Tenía razón; había reparado en lo que ya le había comentado que hizo otro Rafael, el arquitecto Moneo con el Banco de España en la esquina Alcalá / Marqués de Cubas.


En ambos casos, Museo Naval y Banco de España, había también mucho de Pensamiento lateral: Nada de seguir al pie de la letra la vecindad de lo hecho, sino más bien aplicar una harmonía de los contrastes inteligente. El resultado, un éxito.

Me quiero fijar ahora en la torre de Castelar a la que llamaré así porque su primer propietario ha desaparecido de la escena. El ocupante actual es el bufete de abogados Pérez Llorca, apellidos de uno de los tres Padres de la Constitución de 1978 que sobreviven.


La torre contaba con un solar difícil, una especie de triángulo en la ladera de una colina bastante empinada que lindaba por abajo con la Castellana y por arriba y laterales con la Embajada de los EE.UU y con la sede del banco Paribas.


Los inconvenientes se convirtieron en ventajas por arte del pensamiento lateral. Por supuesto, una torre colgada anclada en lo más alto, que, como vimos, ya no era la primera. Así pues para ser más original había que aprovechar el desnivel a fin de mostrar el culo de la edificación, que eso sí que es cosa que nadie ha hecho antes, que yo sepa.


Una perspectiva semejante a la de la torre es la que ofrece la chica que baila al principio de esto que escribo, vestida con airosa falda a media pierna y que en su centrifugueo muestra los bajos de la bailarina. No sólo eso: la estructura de la chica es la misma que la de la torre. Su esqueleto, de pies a hombros (en rojo) equivale al fuste de la torre; de los hombros cuelga la vestimenta cuyos bajos se muestran en blanco (todo enmarcado en verde): Igual que cuelgan las fachadas de la torre. Y el culo del edificio, abajo, a la vista (obsérvense los recatados pololos de la muchacha que imponen a la imaginación el necesario límite).