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Me gustaría contar ahora la experiencia en “plegar” papel según superficies curvas a que antes me referí. En mi libro Matemáticas y Papiroflexia, pág. 166 (ver QUE, en este mismo sitio) aparece construido el pseudotetraedro de T. Yenn que tiene estas características: Sus cuatro caras se convierten en sendos triángulos equiláteros curvos abombados, y sus cuatro aristas en otras tantas superficies también curvas, cóncavas y de forma oblonga limitada por líneas curvas picudas en los vértices.

La posibilidad de una construcción como ésta se apoya en dos propiedades del papel: su anisotropía y su docilidad. La orientación de la fibra en el laminado condiciona las características del plegado e incluso del corte del papel. Su docilidad nos ayudará en la maniobra si ejecutamos plegados diferenciales en los que combinamos las acciones monte y valle con la rotación de revirado del papel.

Pero antes hay que haber preparado la línea de ese plegado diferencial. Ello se consigue con una plantilla en cartulina de cierta consistencia sobre cuya curva plana se pasará la punta de una tijera para doblegar la fibra del papel, sin romperla.

En el caso de estas 18 figuras (de ésta, y de la pág. anterior) esa cartulina copió, a manera de plantilla, el conjunto de los dos cuernos interiores del nuevo diseño de triángulos que muestro antes de las figuras en color.


Voy a hacer, por fin, una observación al color de estas 18 figuras precedentes. Se ve claramente que existen dos grupos: las de fondo rojo y las de fondo marrón.

Una vez construidas en papel blanco de fotocopiadora, las fui fotografiando con mi pequeña cámara digital. Empecé apoyándolas en mi mesa de trabajo que es de color rojo brillante. Me di cuenta que a veces salían unos brillos que en ocasiones podían afectar a las imágenes. Cuando ya tenía hecha la mitad de las fotos y, sin solución de continuidad en el tiempo, monté una pequeña mesa de color marrón mate en la terraza que recibe la misma luz que mi cuarto de trabajo.

El mismo color de papel, la misma luz y en el mismo momento, con idéntica puesta a punto de la cámara, dieron lugar a fotografías de las piezas en color tirando a blanco en un caso, y de marcado color azul en el otro.

Pocos días antes habíamos discutido en nuestra tertulia semanal sobre la variabilidad en la percepción de los colores a propósito de una muestra de cuadrículas cuyo color viraba en función de cómo se enmascarara el fondo. Aquí he podido observar el mismo fenómeno: un fondo marrón hace virar la figura de papel blanco, al color azul.

Parece que tenía razón aquel que decía que “las lentillas y los colores, están en el ojo que mira”. No hay que olvidar que la cámara fotográfica es también un ojo.


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